Hace tres meses la vida cambió para muchas familias en Manabí. Algunas tuvieron que dejar sus hogares ya que luego del terremoto las condiciones físicas de sus casas no eran las más apropiadas para vivir, por eso se trasladaron a albergues.
La Policía Nacional, dentro de su planificación, incluyó personal y logística en dichos espacios para precautelar la seguridad de las personas y controlar el orden público. En Portoviejo el albergue más grande es el Reales Tamarindos, que en un principio recibió a 1.077 ciudadanos.
Ahí los niños y padres de familia sentían temor por la tragedia ocurrida, así que 30 policías al mando de la subtenienta Mayra Sánchez decidieron hacer algo más por ellos. Crearon el proyecto ‘Una mano policial amiga’ para hacer sonreír a los niños y sacar de sus mentes los malos momentos que pasaron.
Deportes y excursiones
La iniciativa se dividió en tres fases. La primera consistió en llevar a 54 niños al Club de oficiales y miembros de tropa, para que disfruten de las áreas recreativas (canchas y piscina) y a la vez compartan con el títere policial Paquito.
La segunda consistió en un campamento de una semana de convivencia, en la que visitaron algunos lugares de Manabí, entre ellos la playa de Crucita y la de Manta, el Centro Cívico Ciudad Alfaro de Montecristi, el Ecu 911 y el Jardín Botánico. También practicaron tirolina con el asesoramiento del Grupo de Operaciones Especiales (GOE), volaron en el helicóptero de la Aeropolicial y disfrutaron de las destrezas de los animales del Centro Regional de Adiestramiento Canino (CRAC).
Como tercera fase realizaron un viaje a Guayaquil, visitando el Malecón 2000 y otros lugares turísticos. Una empresa de comidas les obsequió el almuerzo y una de bebidas les abasteció de colas y jugos, además de invitarles a un recorrido por las instalaciones y enseñarles el proceso de fabricación de las bebidas.
Posteriormente acudieron a Nobol. El sacerdote de la parroquia les dio a conocer la historia de la beata Narcisa de Jesús.
A su regreso a Portoviejo, en el semblante de los viajeros se denotó su alegría expresada con cánticos y risas.
Reconocimiento y gratitud
“Mi hija es una niña especial y he andado con ella en los paseos. No habla, pero he notado su felicidad; por ejemplo, cuando la llevaron a la piscina vi que se divirtió bastante. En su cumpleaños, la subtenienta le dio una sorpresa y lo celebramos aquí. Yo veía tan feliz a mi hija. Es algo tan bonito lo que hemos vivido. Estoy muy agradecida con la Policía, de la ayuda que nos han dado. Han colaborado con nosotras en todo momento”, manifestó Narcisa Chávez.
Antes, Armenia Figueroa no conocía de cerca la labor policial, ahora es diferente. Ella tiene tres hijos, uno de ellos con discapacidad. Le parece muy bueno el trabajo realizado por la Policía Nacional en el albergue. Su hijo le ha dicho que ojalá todos los días se realizaran paseos, sin embargo está estudiando y debe asistir a clases.
Lafior Martillo se ha percatado que los funcionarios policiales están atentos a todo. “No solo se han parado en una esquina a realizar su labor, sino que han metido la mano y colaborado con los niños. Por ejemplo, mi hija se cayó y un policía la cogió, la llevó al doctor, la hizo curar y luego me la trajo. En otra ocasión, mi hija tenía piojos y la policía le trajo los remedios. Ellos siempre realizan rondas y ayudan mucho en la prevención de la violencia, conversando con las personas en las carpas”, acotó.
La noche de este miércoles 13 de julio, los 54 niños integrantes del proyecto, en edades de 6 a 12 años, recibieron sus diplomas de participación.
La subtenienta Sánchez se siente feliz del trabajo que están realizando, porque han ayudado y hecho algo por los demás. “Sentir el cariño de los niños es muy gratificante. A futuro se piensa trabajar con jóvenes y los adultos en el proyecto”, mencionó.
Aparte del grupo de 30 policías que están divididos en 4 turnos, en el albergue hay personal de la Policía Judicial y de la Dirección Nacional de Policía Especializada para Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen) para proporcionar cualquier auxilio.
El coronel Edison Valverde, jefe del distrito policial de Portoviejo, enfatizó que el personal en los albergues realiza una doble función que produce mucha satisfacción. Y los niños han llegado a confiar y establecer un vínculo más allá del tema policía – ciudadano. Tanto así que le dicen tía o mamá a las policías. Los lazos afectivos son fuertes, generando que su relación sea como la de una sola familia.
FUENTE: Ministerio del Interior, Redacción en Manabí, mediante boletín informativo, fotos y video. MANTA, 14 de julio de 2016.
