Los estragos del terremoto del 16 de abril siguen ocupando la atención de la Administración municipal de Bolívar, que en varios frentes de trabajo trata de solucionar problemas sociales devenidos a consecuencia de los daños. Uno de los puntos que se atiende es el Barrio San Bartolo, donde ha debido instalarse a muchos comerciantes desplazados del Mercado Central Municipal que fue seriamente averiado por el seísmo. Algunos de estos trabajadores autónomos resisten la tormenta y permanecen, pese a los riesgos, alrededor de la estructura colapsada; pero el Municipio presiona para que también vayan al mercado provisional.
En San Bartolo se acondiciona el recinto comercial, dotándolo de agua potable, baterías higiénicas, electricidad y alumbrado público, además de protección mediante los servicios de la Policía municipal y de la Policía nacional. Y en estos días está construyéndose una cubierta metálica de 1.890 metros cuadrados.
Diferente es la situación en torno del viejo mercado colapsado, no solo por la destrucción del edificio sino también por los daños ocasionados a la red de tuberías de agua potable y a la del alcantarillado, así como al servicio de electricidad. Y aparte de esto, allí hay que trabajar en la remoción y desalojo de escombros y posteriormente en la reconstrucción del centro de abastos, todo lo cual obliga a tener el sitio despejado de personas, tanto para evitarles molestias y daños, cuanto para que los trabajadores tengan libertad de movimiento.
La reticencia actual de los comerciantes que laboran en las calles contiguas al mercado en ruinas, opuestos a mudarse a San Bartolo, carece de sentido después de que ellos mismos, durante una sesión con el COE cantonal, el día lunes 1 de agosto, se comprometieron voluntariamente a dirigirse al mercado provisional de San Bartolo en virtud de los problemas que afrontan por los servicios básicos colapsados, que no pueden ser restablecidos mientras el comercio tenga actividad allí.
Actualmente, debido a sus daños, las redes de alcantarillado sanitario desbordan sobre esas calles y contaminan el ambiente con bacterias dañinas y olores cloacales nauseabundos, siendo los primeros perjudicados los propios comerciantes, sus productos y los consumidores que acuden a comprar en ese lugar. La contaminación alcanza también al agua potable, en ciertos sitios donde la red está rota.
FUENTE: Oficina de Comunicación Social del GAD cantonal de Bolívar (Calceta), mediante boletín informativo y fotos con firma del periodista Jhonny Mero Cedeño. MANTA, 21 de agosto de 2016.
