Ese viejo aforismo español calza “como anillo al dedo” en la presente situación que viven los pueblos del Ecuador sacudidos por el terremoto de 7.8 grados ocurrido el 16 de abril de este año. Porque si bien tuvieron que pagar una altísima cuota de sacrificio humano, la tragedia les hizo conscientes de que la Tierra es un ser con vida propia, sometido a las leyes físicas del universo, que de cuando en cuando la hacen estremecer con inusitada violencia para reajustar el ciclo de su actividad giratoria gravitacional. Así devino un aprendizaje de adaptación, que obliga a tomar precauciones antes de elegir un sitio para asentar nuestras viviendas y a cuidar que su construcción sea resistente a los sacudones terrestres.
A la par de lo expresado anteriormente, surgió un auge inesperado de reparación y reconstrucción que da empleo a cuanta persona esté capacitada para esta actividad y a todos cuantos de una u otra manera se hallan inmersos en ella, como lo experimenta el comercio de artículos ferreteros y de materiales básicos para construir. En Manta, por ejemplo, la demanda de personal para la construcción es mucho mayor que la oferta, haciéndose difícil encontrar disponible a un albañil, gasfitero o un electricista, por solo citar tres casos de mano de obra que antes del terremoto deambulaba en busca de un empleo.
Otro caso en que el aforismo citado tiene aplicación vigente se encuentra en la regeneración de algunas vías en la ciudad de Manta. Ese trabajo incomoda a los transeúntes en general y hasta perjudica el negocio de los comercios, oficinas y servicios que funcionan junto a las vías intervenidas, pero emplea a numerosos técnicos, operadores de máquinas y obreros, al mismo tiempo que reanima las ventas de los proveedores de materiales para la construcción. Mejor aún, terminada la regeneración, el contento será de todos al ver el rostro moderno y funcional de las calles y al disfrutar de ellas caminando o rodando sobre los vehículos. Y, claro, los negocios alineados a ambos lados recibirán más compradores y aumentarán las ventas.
Ocurre en la Calle 13 de Manta
Algo de esto puede verse ya en la concurrida Calle 13, donde la regeneración alcanza hoy un 40%. El aspecto se avizora llamativo y agradable en el tramo cuasi terminado, mientras algunos trabajadores en la obra celebran el hecho de tener empleo bien remunerado a lo largo de varios meses y tal vez de años, si la compañía constructora aumenta sus contratos.

Kelvin Moreira y José Peña, cuya residencia habitual se encuentra en Portoviejo, no tenían empleo y sus hogares quedaron parcialmente destruidos por el terremoto. Ambos fueron contratados para trabajar en la regeneración de la Calle 13 y forman parte del grupo de 75 trabajadores, entre hombres y mujeres, ocupados en esta obra.
Kelvin es padre de un niño de 4 años y su esposa está en estado de gestación, mientras José Peña posee dos menores de edad. Los dos buscaron infructuosamente trabajo en muchos lugares antes del terremoto, con el agravante de que sus viviendas también quedaron parcialmente destrozadas.
«Mi casa es de construcción mixta; unas paredes quedaron cuarteadas y otras me tocó derribarlas para darle seguridad a mis hijos», cuenta Peña mientras excava para colocar un anclaje que servirá como base para los postes metálicos que se instalarán en la vía.
Inmediatamente después del terremoto “(…) era muy difícil conseguir trabajo. Gracias a Dios, ahora tenemos un trabajo estable con un sueldo seguro que nos permite estabilizar la economía de nuestras casas”, comenta Moreira.
Mientras ellos siguen con sus labores, Eduardo Mendoza, ingeniero residente de la obra, recorre los trabajos y verifica que los “embaulamientos” (encajonamientos) se fundan correctamente a lo largo de la Calle 13, en el tramo comprendido desde la Avenida 16 hasta la 13.
Luis Sánchez, ingeniero que tiene a cargo la parte hidrosanitaria, comenta que sobre esta calle había 75 conexiones domiciliarias para agua potable y agua servida, pero una vez que se hacen los trabajos de regeneración aumenta la demanda de esos servicios básicos y que, de hecho, la Empresa Aguas de Manta (EPAM) está tramitando nuevas solicitudes de conexión o acometida.
El fiscalizador de la obra, con vasta experiencia por haber trabajado en este tipo de proyectos en varias ciudades del país, cuenta que en Guayaquil una vía similar a la Calle 13 de Manta se hubiera contratado a un plazo mayor, pero aquí los obreros trabajan con un gran entusiasmo, laboran todos los días (lunes a domingo) y hasta en las noches, por lo que existe un excelente avance de obra.
Así como José y Kelvin, Carlos Soza y Eduardo Gudiño, que viven en el Barrio 20 de Mayo de Manta, tienen historias familiares parecidas a la de los dos portovejenses y también son parte de la fuerza laboral que regenera a la Calle 13. Observan que el 90% de los trabajadores de esta obra son de Manta, pero que también los hay de Rocafuerte y Santa Ana.
FUENTE: Dirección de Comunicación Social del GAD cantonal de Manta, mediante boletín informativo y fotos con firma de su director, periodista Antonio Cedeño C. MANTA, 22 de agosto de 2016.
