Hace poco ha fallecido en Chone, su tierra natal y de residencia permanente, don Colón Eloy Arteaga Cedeño, principal fundador de la empresa de transporte de pasajeros Reina del Camino, y quien la situó en el estado de prominencia nacional que ocupa hoy en el Ecuador. Esa gestión empresarial, admirable y ejemplar, trataremos de resumirla en los siguientes párrafos.

Colón E. Arteaga Cedeño.

Eran los años de la década de 1950. Colón Arteaga, perteneciente a una familia que se distinguía por sus emprendimientos económicos y por su alto roce social (entre sus tíos paternos había hacendados y políticos renombrados y poderosos; y, entre los maternos, terratenientes de alcurnia y poseedores de grandes propiedades), hacía pinitos en el transporte con un camión mixto (pasajeros y carga) cuyo nombre era Continental.

Colón tendría entonces unos 23 años de edad y era muy enamoradizo. Alguna vez fue visto en uno de los bordes del Río Mosquito, próximo a la ciudad, “echándole piedritas al agua” para llamar la atención de una jovencita cuya casa se hallaba en la otra orilla. Hacía esto mientras esperaba que su camión fuera cargado con racimos de banano para exportación, que serían llevados hasta el puerto de Bahía de Caráquez, por entonces el de mayor importancia en la provincia de Manabí.

Homenaje póstumo de Diario El Mercurio de Manta (Caricatura de Ramón Cevallos Intriago, RACY).

Este joven, apuesto y luciendo siempre la mejor vestimenta tropical del momento, comenzó entonces a “pensar en grande”. Se dio cuenta de que su ciudad estaba virtualmente aislada del resto del país, lo que era un impedimento grandísimo para progresar. Las carreteras de entonces eran escasas, estrechas y sin pavimento, y solo había pocos vehículos automotores para movilizarse de un lugar a otro.

Internamente, en el cantón, los pasajeros viajaban en camiones mixtos; para ir fuera de la urbe utilizaban “rancheras” (las famosas “chivas” de hoy), camiones sobre cuyo chasis va montada una carrocería de madera, con asientos transversales de lado a lado y sin cerramiento lateral. En ese entonces únicamente la empresa ambateña Santa ofrecía transporte en autobuses, pero con poquísimas frecuencias semanales.

Colón, pues, reunió a varios colegas transportistas locales y les habló acerca de la necesidad de fundar una cooperativa de transportistas chonenses, para transportar pasajeros -dentro y fuera del Cantón Chone- en mejores condiciones de las que se ofertaba en aquel entonces. Así nació Reina del Camino, en la provincia de Manabí, con una sola “ranchera” y siete socios fundadores dispuestos a mejorar el transporte de pasajeros, de cuya historia ellos son protagonistas ilustres.

El grupo fundador de Reina del Camino.

Desde el inicio, Colón supo conciliar los diversos puntos de vista e intereses de sus socios e impulsar sostenidamente el crecimiento de la empresa. Fue una gestión admirable, teniendo en cuenta que, en esa época, cada negocio de Chone pertenecía a un solo dueño; la propiedad colectiva casi no se conocía.

Su tarea nunca fue fácil, porque mantener la unidad social requiere de una gran dosis de paciencia y tolerancia para enfrentar constantemente las expresiones de insatisfacción -a veces enconadas- de socios, colaboradores y usuarios del servicio. Sumado a ello la dureza de la competencia, siempre atenta a valerse del menor descuido para entorpecer el desarrollo de la empresa que, supone, le hace sombra. Además de lidiar con la insidia burocrática enquistada en ciertas dependencias estatales responsables del tránsito ecuatoriano.

Pero Colón Arteaga Cedeño era persona de temple y supo sobreponerse a las adversidades que se oponían al avance de Reina del Camino, la empresa manabita insigne del transporte público de pasajeros, tras la cual surgieron otros emprendimientos parecidos, algunos también exitosos.

Colón Arteaga Cedeño (de pie, tercero por la izquierda), con su esposa Ramona Piedad Saavedra y la primera descendencia de ambos.

En aquellos tiempos remotos, cuando se fundó la empresa, Reina del Camino fue objeto de culto. Era el modelo a seguir. Diversos emprendedores trataban de emularla y muchos jóvenes de Chone querían hacerse chofer solo para tener la distinción y el gusto de conducir una “reina”. Hubo el caso de una joven que le pidió a su padre, propietario de una finca cercana a la ciudad, que vendiera este bien rústico y con el dinero obtenido comprara una Reina del Camino para vivir en ella y viajar por todo el Ecuador.

Esta es la última residencia, en Chone, donde vivió Colón Arteaga antes de morir. En el garaje consta el todoterreno Land Rover que él utilizaba para su movilización personal.

Reina del Camino fue la fuente motivadora para que la gente de Chone rompiera las amarras que le ataban al terruño y saliera en pos de conocer otros mundos. Reina facilitó los viajes por negocios, estudios y placeres. Movió al desarraigo de unos, pero también a la inmigración de muchos. Y, en general, provocó un torrente inusitado de intercambios sociales entre numerosas provincias del país.

Puede afirmarse, sin lugar a error, que Reina del Camino es un pilar fundamental de la prosperidad y el desarrollo de Manabí; y que, Colón Arteaga Cedeño, su creador, es uno de los prohombres de la provincia.

(Actualizado a las 14h45 del día jueves 05 de octubre del 2020)

AUTORES.- TEXTO: José Risco Intriago, editor-director de REVISTA DE MANABÍ.- FOTOS: Del archivo familiar de Marilú Zambrano Giler (hija política de Colón Arteaga Cedeño); gestionadas y remitidas desde Chone por Héctor Manzaba Intriago.