He quedado sorprendido al hacer esta pequeña investigación. En pocas horas de estudio hallé cerca de cien libros de autores manabitas. Allí les dejo algunas portadas. Ojalá estuvieran todos.”

Por Víctor Arias Aroca *

(Especial para REVISTA DE MANABÍ.)

Han pasado algunas décadas desde cuando irrumpió en la literatura ecuatoriana Jacinto Santos Verduga, desde Bahía de Caráquez, con esa finura de poeta excelso y esos versos de película que se metieron en el alma de la gente.

«No hay mejor padre que el que no tiene hijos, ni mejor hijo que el que no nace«. Y, desde luego, Patricia la de los ojos negros, y el poema Siempre (ese que dice: «Internadla, atadle el corazón; rodead de fusiles su casa y la mía; amenazadla, cumplid las amenazas; controladle el sueño y la vigilia; hacedle todas las transfusiones necesarias. Pero sabed, insensatos, que nunca faltará una brecha y un minuto, para amarnos como fieras«). Son solo un ejemplo de lo poderosa que es la literatura manabita.

Más aquí, en REVISTA DE MANABÍ:

Eso sin entrar en mayores detalles del más grande vanguardista del Ecuador que fue el poeta Hugo Mayo, nacido en Manta de madre santanense; y de José María Egas, Horacio Hidrovo Velásquez, Jorge Cevallos Calero, Verdi Cevallos Balda, Vicente Amador Flor, Manuel Andrade Ureta, Blanca Gilabert y William Happe. Diríamos, poetas de primera generación que brillaron con su propia luz al comienzo del siglo XX.

Paso por alto, por ahora, a los grandes representantes de la literatura oral que se expresa a través del amorfino, como Pedro Florentino Valdez, el Poeta de la Montaña, y don Duval Cedeño (entre otros) a quienes dedicaré un capítulo especial; y a la generación de Argos e Iniciación, revistas literarias de Portoviejo, que escribieron su propia Historia, en los años 20, para poder enunciar, al menos, a los seis novelistas que pusieron a la provincia de Manabí en la palestra nacional, el siglo pasado: Othón Castillo (Sed en el Puerto), Oswaldo Castro (La Mula Ciega), Nelson Vera Loor (Yadira), Luis Félix López (Los Designios), Ruisdael Cedeño (Tres Hombres Importantes) y H. Hidrovo Velásquez (Un hombre y un río).

Hay además dos aportes en el género de la novela, que bien vale citar. Don Lutero, de Dumar Iglesias, y La Gallada, de Patricio Zambrano.

En novela, en el presente siglo aparece Santos Miranda, con La Casa de Nené; Gino Martini Robles, con Los Códices del General; y este humilde servidor, con La Cruel Condena de Llamarse Kike Vega, y Los Amores Secretos del General Eloy Alfaro.

También se publicó Los Caracoles Errantes, de Jorge Zambrano; Un nexo con el pasado, de José Loor; y la novela de Roddy Cedeño.

En el género de la poesía, en los 70 y 80 aparecen, con voz firme y luminosa, Vicente Espinales, Juan Vergara, Roque Cedeño, Vicente Cuesta, Vicenta Alarcón, Horacio Hidrovo, Ileana Espinel, Bertha Mendoza, Miguel Sacoto, Dumar Iglesias, Josefa de Mora, Angélica Flores, Juan Mendoza, Manuel Andrade, Douglas Vaca, Wadía Lawando, Horacio Mendoza, Fernando Macías, Aracelly Cevallos, Julio Villacreses, Primitivo Ganchozo, Ethelberg Macías, Guillermo Cely, Manuel Paredes, Galo Holguín, Ximena Mendoza, Patria Mendoza, Betty Mendoza, Holger Córdoba.

Y un segundo grupo, que aparece al filo del siglo XX: Tonny Touma, Paúl Ponce, Carlos Fuentes, Pedro Gil, David Ramírez, Libertad Regalado, Fernando Toala, Francisco Hidalgo, Verdy Arrunátegui, Edgar Tomalá, Gustavo Cañizares, Inés Flor, Carlos Ardila, Bécquer Pólit, Miguel Delgado Janumis, Lenin Arroyo, Carlos Teodoro Delgado, Damia Mendoza, Ivo Uquillas, Stalin Valdivieso, Julio Hernández, Guillermo Navia, Fernando Brito, Lady Párraga, Galo Barcia Flor, Liliana Arcentales, Montserrat Delgado, José Loor, Carlos Coello, Andrés Nieto, Fátima Pérez, entre otros.

En el ensayo no me quiero meter, porque es largo el camino; pero no me iré sin antes reconocer a los ensayistas históricos, como Ramiro Molina, Joselías Sánchez, Melvin Herrera, Viliulfo Cedeño, Tonny González, Jhon Milton Palma, Freddy Solórzano, María Antonieta de Andrade, Ramón Chávez, Alberto Paz, Roger Chávez, Alfredo Sierra, Carlos Cevallos, Ricardo Cobos, Ricardo de la Fuente, Ricardo Murillo, Roosevelt Cedeño, Manuel Andrade, Domingo Nevaldo Zambrano, Pedro Quijije, Jaime Cedeño, Oswaldo Carrillo, Gonzalo Sacoto Guillen, Katherine Medranda, Diemen Delgado, César Delgado Otero, Pedro Vincent Bowen, Ramón Moreira Aliatis, Leonardo Falconí, Medardo Mora, Leonardo Moreira, Yuri Hernández, Jorge Cedeño Palacios, Carlos Barcia, Guido Quijije, Cinerman Miranda, Douglas Vaca Vera, Vladimir Zambrano, Carlos Dámaso Intriago, Jaime Intriago, a quienes también les dedicaré un capítulo especial como se lo merecen.

Con los cuentistas tampoco me quiero meter, porque algunos son excéntricos, como Franklin Briones, estupendo creador; Giovanni Aliatis, Julio Cevallos, Ubaldo Gil, Víctor Hugo Loaiza, entre otros. Todos de gran nivel.

Los poetas de este siglo, como Alexis Cuzme, Diana Zavala, Orlando Barcia, Yuliana Marcillo, Natalie Romero, Alice Moreira, Vanessa Bajaña, Cris Ordóñez, Nieve Rivadeneira, Mariana Pinargoti, Linda Dayanara, Milton Toala y Erica Vinces del Valle, deberán esperar a la segunda parte de este ensayo, igual que la luna los espera seductora, para que le canten con esa dulzura de caramelo que tienen los poetas de esta tierra. Pero reconozco su valía literaria y el esfuerzo que hacen para formarse y trascender, desde la época del taller que dirigió Pedro Gil e integró también Liliana Arcentales.

Llegará el día en que se les haga justicia a los poetas, a los creadores, a los pensadores. Será el día en que América haya encontrado la ruta de una democracia justa. Donde el maestro pueda enseñar literatura ganando un sueldo justo y los libros sean más importantes que los ejércitos y las guerras. Ese día cambiará la humanidad y la voz de los niños será escuchada, porque ellos dicen la verdad. La voz de los poetas será valorada, porque es la voz que anuncia la luz del sol.

La primavera siempre estará de regreso si nos alimentamos de literatura; en cambio, la falta de lectura nos lleva a la habitación de las tinieblas. Y Manabí sí -claro que sí, lo decimos en voz alta- tiene derecho a ser tomada en cuenta en la cultura nacional, aunque los ministros de cultura sufren de amnesia geográfica y creen que los manabitas vivimos en las ramas. Así funciona la esquizofrenia del poder y el desamparo.

No señor, aquí estamos y queremos ser escuchados. En octubre de 2022, la ex presidenta Rosalía Arteaga -gracias a Dios y por gestión de Damia Mendoza- hizo a Manabí sede del 47 Congreso Mundial de Poetas y nos puso a la altura de las capitales literarias del mundo. Y, ahora, la Flor de Septiembre, que tiene el mismo número de eventos que Viña del Mar (más de 60 años) busca para su festival, que tiene prestigio nacional e internacional, el reconocimiento de la empresa Récord Guinnes. La nueva edición del Festival Flor de Septiembre es organizada con motivo del sesquicentenario (150 años) del colegio nacional Olmedo, ahora bajo el liderazgo del abogado Jhonny Cevallos Ardila.

Me consta que el público de Portoviejo es de los mejores del mundo y probablemente el único que resiste seis horas escuchando a 50 poetas de los más buenos. Eso no ocurre en ninguna parte del mundo. He estado en actos culturales de Guayaquil, que duran media hora y el público de 20 personas abandona la sala si perdura un poco más de una hora. Solo es un ejemplo.

¡Qué orgullo saberlo! Viña del Mar es el festival musical más importante del mundo. ¿Por qué no puede ser la Flor de Septiembre el más importante de América? Y hay otros festivales manabitas que tienen suficientes méritos para encumbrarse. Para muestra, un botón: El festival de teatro del grupo La Trinchera (creado por Gonzalo Andrade), de donde provienen Carlos Valencia, Raymundo Zambrano, Nixon García y Rocío Reyes, tiene más de 40 años de carrera consecutiva. Y es respetado en Sudamérica.

He quedado sorprendido al hacer esta pequeña investigación. En pocas horas de estudio hallé cerca de cien libros de autores manabitas. Allí les dejo algunas portadas. Ojalá estuvieran todos.

El Gobierno municipal de Manta se propone a través de su Mesa Cultural, que siempre recibió especial trato del alcalde Agustín Intriago y de la vicealcaldesa Marciana Valdivieso, una tarea de mayor poderío en lo cultural, gestión que coordina con especial atención Luis Espinoza. Y la Cámara de la Industria Artística y Cultural, liderada por Carlos Valencia y Fritz Feijó, ya prepara su convención anual, tipo evento de las Artes Vivas de Loja. Vivimos para contarlo.

Así es Manabí. Un universo mágico de poesía y narrativa. Todavía hay mucho que investigar, mucho todavía. Hay que escudriñar en la narrativa, en el cuento y la novela. Hay que visitar a los poetas. Los iré a buscar. Golpearé sus puertas. Y, volviendo al reencuentro con Jacinto Santos Verduga, diríamos que bien vale la pena esa visita, porque en «la casa de un poeta, un pájaro abre la puerta

* Víctor Arias Aroca, nacido y residente en la ciudad de Manta (Ecuador), es doctor en Jurisprudencia. Diplomado en Derecho Constitucional por la Universidad Pública de El Alto – UPEA (Bolivia), y por el Instituto Latinoamericano de Investigación y Capacitación Jurídica – Latin Iuris (México). Su e-mail: corporacionarias@gmail.com