Este octavo encuentro artístico entre afro descendientes y montuvios, realizado hace apenas una semana, fomenta la cultura y fortalece la identidad y la memoria social de los ecuatorianos. Tuvo lugar en Calceta, ciudad cabecera del Cantón Bolívar de la provincia de Manabí.
Texto y fotos de Johnatan Gines Corral / Portoviejo
Entre amorfinos, versos, décimas, guitarras, marimbas, flautas y tambores, se tejen redes poderosas que entrelazan hilos resistentes, capaces de sostener el telón y los tablones donde se despliega la esencia misma de las expresiones culturales y artísticas que habitan en el alma de nuestros pueblos afros y montuvios que mantuvieron un encuentro en Calceta, los días 8, 9 y 10 de noviembre del presente año (2024).

Como las fibras de la paja toquilla, la mocora y el algodón de ceibo que crecen en silencio bajo el sol, la brisa y el viento, hasta que llega el momento propicio para extraer las hebras más fuertes con las que se tejen sombreros, petates, redes y vestidos; así de fuertes y resistentes son las ganas que empujan y mantienen al Festival Afro-Montuvio, que en esta edición llevó como temática «El tejido».
Los artífices
Alexandra y Rafael, hechos de esa misma fibra, son las hebras que tejen y sostienen este encuentro; y, junto a ellos, muchos otros hilos hacen que el festival resista, incluso ante las adversidades del tiempo.









Qué somos y de dónde venimos
Las formas que componen los tejidos que hacen parte de esta actividad conservan la memoria de nuestros ancestros y llevan consigo los sonidos de la tierra, el agua, el fuego y el viento. Todos estos elementos llaman a nuestros sentidos y mueven las fibras más profundas del ser, hasta hacernos entender qué somos y de dónde venimos.
La dulce melodía del río que atraviesa el lugar compone una armonía que se fusiona con el trinar de las aves, los cánticos, versos y risas de los que presencian la escena, que iluminada por el sol, la luna y las estrellas nos invita -a los que somos de acá y a los que nos visitan de otras partes del mundo- a desconectarnos del consumismo y a reconectarnos con nuestras raíces, hasta hacernos parte de esas fibras que entretejen el telón, que se abre con energía y pasión, revelando las historias que se cuentan a través de sonidos, gestos y palabras.
Experiencia única
Esta es la octava edición del festival, y una comunidad diversa va creciendo y empoderándose de este espacio, vibrando en sincronía con el espíritu que mueve los hilos en cada escena que convoca a negros y montuvios. Muchos hablarán de esta experiencia y esperarán ansiosos su regreso; otros querrán vivirla por primera vez, una experiencia que, sin duda, será única.
Desafiando el olvido y la indiferencia

Finalmente, debo destacar el esfuerzo y la perseverancia de quienes lideran esta actividad, porque «Resistir desde el arte y fomentar la cultura es una lucha silenciosa pero esencial, donde solo aquellos que comprenden el poder transformador de la creación y la memoria colectiva se atreven a perseverar.
“Es en la persistencia del arte donde las raíces de la identidad se afirman y florecen, desafiando el olvido y la indiferencia”.
Ale y Rafi: lo que se está logrando aquí merece admiración y respeto.
