La situación sanitaria a bordo del barco pesquero “Charo”, de Manta, es satisfactoria a día de hoy, mientras navega de vuelta a su puerto de origen a donde arribará entre el 16 y el 18 del presente mes de junio. Así lo informó a REVISTA DE MANABÍ el director ejecutivo de la Asociación de Atuneros del Ecuador (ATUNEC), Luigi Benincasa Azúa.
El barco estuvo pescando últimamente en aguas del Pacífico Sur, entre las islas de la Polinesia Francesa, y fue entonces cuando se presentó a bordo la emergencia sanitaria con un pescador que mostró síntomas de estar infectado de COVID-19, la enfermedad provocada por el coronavirus SARS-CoV-2.
Este trabajador, Jhonny Mero, hubo de ser llevado a tierra a Nuku Hiva (Islas Marquesas) y de allí en un avión del ejército francés hasta el hospital principal de Tahití (capital de las polinesias), en donde tratan su enfermedad y continúa recuperándose, según dijo el ejecutivo de ATUNEC, quien sin embargo desconoce la fecha de retorno del paciente. Sí dijo que el tratamiento médico lo costea el empleador de Mero, que sigue atentamente lo ocurrido a fin de ayudar hasta cuando el pescador vuelva.
Benincasa explicó que toda la tripulación de los barcos pesqueros de Manta se hallaba en alta mar cuando en el territorio continental ecuatoriano se anunció el primer caso de coronavirus, y que hasta ese momento ningún tripulante había dado señas de contagio. No obstante, al volver y acatando las instrucciones de las autoridades sanitarias del puerto, los pescadores hicieron cuarentena en sus respectivas embarcaciones.
Sin embargo, la pesca había que descargarla y cada barco debía reabastecerse de todos sus insumos. Es posible que, en este proceso, y pese a todas las precauciones tomadas, alguien del “Charo” contrajo el virus y luego lo transmitió inconscientemente a sus compañeros de trabajo cuando reemprendieron la nueva jornada de pesca, en la que aparecieron los primeros síntomas y las dolencias en el pescador Jhonny Mero.

Descubierto el contagio a bordo, según Benincasa, la empresa propietaria del barco “Charo”, Conservas Isabel Ecuatoriana, se personó disponiendo que el capitán y la tripulación se acerquen al puerto más próximo en busca de ayuda médica y medicinas específicas, asumiendo el empleador todos los costos. Y desde las oficinas centrales de Isabel en Manta, vía telecomunicaciones, se hicieron las gestiones internacionales pertinentes para favorecer a sus trabajadores.
El director ejecutivo de ATUNEC reveló que la flota pesquera atunera de Manta viaja grandes distancias lejos de su patria, no por falta de peces en aguas próximas, sino por estrategia empresarial. Precisó que las capturas aumentaron en 30 mil toneladas en el último cuatrimestre.
También reconoció que la emergencia sanitaria por la COVID-19 tomó desprevenidos a los armadores pesqueros y su gente, ya que, por ejemplo, los botiquines de a bordo solo tenían los medicamentos de uso frecuente. Readaptarse a la “nueva normalidad” (el sector pesquero es considerado “esencial” para la vida humana y por tanto no ha parado sus actividades) le ha significado un cambio de cultura, con todo el esfuerzo y costos que ello supone. Pero, insiste Benincasa, lo han asumido con responsabilidad profesional y sensibilidad social.
Es así, prosigue Benincasa, que el sector de la pesquería industrial de Manta no ha dudado en patrocinar acciones como el reacondicionamiento del Centro Geriátrico municipal que hoy hace las veces de hospital. En la misma línea encaja el aporte para suministrar alimentos gratuitos a las familias más vulnerables del cantón en la emergencia sanitaria.