La pandemia de la COVID-19 trajo aparejados muchos problemas sociales, entre estos la desocupación obligada de trabajadores que tenían remuneración estable. Al verse sin empleo, sin sueldo y sin ahorros suficientes, los desocupados de Manta (Ecuador) se han visto en la necesidad imperiosa de hallar algún medio de subsistencia, y algunos lo encontraron en el micro comercio ambulante de abastos.

Unos cuantos pudieron hacerse de una carreta motorizada y de un aparato de megafonía pregrabada; pero otros van a pie pregonando a voz en cuello. El resultado visible de todo esto es que los barrios perdieron su sosiego habitual, porque los pregoneros -bastante numerosos- hacen ruido durante el día y las primeras horas de la noche, llevando a que los vecinos irascibles pierdan la calma y pidan a las autoridades competentes poner coto a semejante ruido, a veces ciertamente perturbador.

La autoridad municipal ha respondido con un estricto operativo de control para contrarrestar los altos niveles de ruido provocados por la singular competencia vocinglera entre vendedores ambulantes.

Corrigiendo al heladero que pregona con el volumen de su altavoz muy elevado./ GAD Manta

Ese control se ha llevado a cabo tras denuncias ciudadanas de diferentes sectores de Manta. Las personas denunciantes, según la fuente municipal, evidenciaron su molestia ante el intenso volumen que utilizan los comerciantes en sus respectivos megáfonos para publicitar las ventas.

Para reducir ese inusual bullicio, personal de los departamentos municipales de Control Territorial, Ambiente y Seguridad Ciudadana fue a las calles portando la misión de hablar con los comerciantes incipientes y advertirles con sanciones en caso de que no moderen el volumen de su vocería.

El operativo dejó 7 megáfonos retenidos, tras controles en los siguientes barrios: El Palmar, Divino Niño, Costa Azul, Altagracia, y en los del centro histórico de la ciudad.

Al vendedor de cloro también se le llamó la atención./ GAD Manta

La acción controladora fue de hecho un poco drástica, obligando a cada comerciante a desconectar su altoparlante y entregarlo a los agentes municipales. Después, el comerciante debe acercarse a la Dirección de Control Territorial, portando sus documentos de identidad personal, para retirar el equipo requisado, pero firmando previamente un acta de compromiso de no reincidir con la bulla.

En ese documento los comerciantes se obligan a no hacer uso de megáfonos, parlantes, bocinas u otros aparatos que molesten la tranquilidad en los vecindarios. Como alternativa, el Municipio les propone programar sus ventas de manera directa con los compradores; es decir, establecer una hoja de ruta y visita personalizada.

El megáfono de este verdulero es de menor potencia, pero igual fue amonestado por los municipales./ GAD Manta

Nuestra fuente informativa no menciona cómo han reaccionado los comerciantes ante esta propuesta, que parece impracticable para un modelo de negocio al que solo se acude para completar lo que no se adquirió en el gran mercado municipal o en el súper privado, o para salvar una necesidad emergente.

“Desde la Alcaldía se corrigen y toman medidas frente al exceso del ruido que provocan actividades comerciales, como venta de agua, helados, cloro y más. No se trata de coartar el derecho al trabajo, sino hacer las cosas bien”, justificó Juan Manuel Mendoza, analista del departamento municipal de Ambiente.

FUENTE: Boletín y fotos fechados el día 30 de septiembre del 2020, y proporcionados a REVISTA DE MANABÍ por la Dirección de Comunicación Social del Gobierno municipal de Manta, provincia de Manabí en la República del Ecuador.

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