Y esa noche, gracias a la invitación de Damia Mendoza, encontramos en plena consagración a un gran  hermano de la poesía e hicimos el compromiso de volver a hacer un recital para el público, pero esta vez sí, a calzón quitado.” 

Por Víctor Arias Aroca *

Lenin Arroyo demostró el sensacional poeta que es.

Le dimos chance para que leyera, al menos, 40 sonetos de su autoría. También poemas de verso libre, octavillas y toda la magia poética esmeraldeña, con el songoro cosongo, el redoblar del cununo y el silbido del guasá.

Lenin Arroyo. / FOTO enviada por VAA

La suya es poesía natural, ligera y transparente; fluye libre como un arroyuelo y no se detiene nunca. Después vino una avalancha de versos de altura: sonaba como el ferrocarril, atropellaba todo lo que se pusiera en su camino. Son momentos de elocuencia salvaje, locuras diminutas que viven los poetas cuando están entre ellos. 

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Nadie sabe que el vino es un aliado alado y aniñado que conduce al paroxismo. Las palabras pueden elevar montañas y desbocar caballos, cuando se tiene el dominio y la hechicería de ponerles un orden que conduce al desorden de la emoción.

Sencillamente trágica, así es esta poesía hecha con las mismas cañas que la marimba. La cocada es menos dulce que la poesía afro americana. Un pájaro señala al amanecer, pero el poeta no se rinde.

Así es su verso saltimbanqui, cáustico, llameante, casquivano, coquetón y harto musical para no olvidarlo y llevarlo bajo la piel. Se quebró el poeta leyendo el poema para el nieto y después siguió hasta la madrugada sin que nadie lograra detenerlo.

La noche del recital. / FOTO: Enviada por VAA

Así son los poetas de verdad, se desenchufan de la vida real y entran a la caja de resonancia de la poesía. El manicomio dulce de la poesía. Pocos logran entrar. Un pequeño huracán. El agua hirviendo de sus versos se tomó la noche.

Así que Damia Mendoza, José Loor, Fátima Pérez y yo nos fuimos con nuestros libritos a un rincón de la sala para seguir disfrutando al ciclón negro que se nos cruzó en el camino.

Zigzaguerando siguió el ferrocarril bajando la cuesta, se metió en la nariz del diablo, iba silbando sus nuevas melodías y la noche desnuda atrapa con sus garfios de fuego. El gran Alfaro se hizo presente con todo su sueño libertario.

Momento de camaradería. / FOTO: Enviada por VAA

Alguien insinúa que estamos locos y yo digo que sí. Son locuras de esas que vale la pena vivirlas. Los locos andan en el andarivel de la cordura, más que muchos cuerdos que no advierten su locura. La poesía es una locura para inteligentes.

Lenin Arroyo estaba en su salsa. Ningún tapao arrecho le paraba la bilirrubina poética que se encarnó en sus cálidas poesías rumberas y de rocola, sin adornos, sin cisnes de engañoso plumaje (Aunque, la verdad, los he engañado con esa escena en que huimos los poetas ante la estampida del poeta Arroyo. No es verdad).

Diálogo entre poetas. / FOTO: Enviada por VAA

Damia le dio guerra hasta lo último con sus versos de plata y esa fina poesía que es puro amor escrita con retazos de corazón que se arrancó del cuerpo; los cantos de ternura de Fátima que hacen crujir la piel; y el tal José Loor con su poesía hechicera, que puede embrujar a las piedras para hacer estatuas de pasión, que pocos logran esculpir cuando se trata de poesía magnífica.

Yo, sonetero viejo, compartí con Arroyo el secreto de triturar constelaciones y hacerlas parir estrellas en el occidente de la risa y del otro lado del llanto. Así se hace corcovear a las palabras para que encajen en la rima tierna y se les mete el hacha a todas las sílabas para que cuadren en los catorce versos del soneto.

«DICEN LOS ENCUMBRADOS PROFESORES, Y ASI HA DE SER YA QUE LO DICEN ELLOS, QUE HACER SONETOS QUE RESULTEN BELLOS ES OBRA DE CEREBROS SUPERIORES.”

He recordado este cuarteto de un soneto modelo, igual que siempre debemos recordar “Un Soneto me manda a Hacer Violante”. Los grandes ejemplos construidos por Garcilaso y Neruda, y sin olvidar a Jacinto Benavente.

Cosa jodida, si se tiene en cuenta que Lope de Vega y Quevedo hicieron escuela para los poetas que no pueden construir poemas en firme y una hogaza para que no se queme el pan en la puerta del horno y encontrar el remate perfecto.

Amigos y poetas. / FOTO: Enviada por VAA

El doctor Orlando Barcia acaba de publicar un artículo completo sobre cómo se construye poesía de la buena. Él es poeta estudioso, eso lo hace bueno. Además atrevido; se metió en la camisa de once varas de la poesía. Ya veremos si sale. Pero le sobra razón para decir lo que dijo. Pocos se atreven a ensayar una teoría poética como él lo hizo.

El resto es inútil. Si no estudias poesía nunca serás un gran poeta. Y esa noche, gracias a la invitación de Damia Mendoza, encontramos en plena consagración a un gran  hermano de la poesía e hicimos el compromiso de volver a hacer un recital para el público, pero esta vez sí, a calzón quitado. (VAA)