La siguiente opinión compara los proes y los contras de dos tendencias, opuestas en cuanto al estilo de liderazgo político que mejor calza en la realidad actual de la provincia de Manabí (Ecuador): una basada en el sosiego de la experiencia tradicional, y otra sustentada en el vértigo arrollador de la modernidad sin frenos.

Por Ricardo Cobos Castillo / riccoboscas@hotmail.com

ESTAMOS tan abrumados de información y desinformación que nos distraen con facilidad y frecuencia, lo que hace que perdamos la continuidad de propósitos con resultados.

Esa tendencia nos atrapa en lo general y en lo de forma y nos excluye de lo particularmente pragmático y de fondo.

Hay quienes argumentan que ser » *modernos* » es estar todo el tiempo proyectando el cambio y ávidos de experiencias novedosas. Sin embargo, creo que la experiencia de la novedad acelerada termina por abrumarnos y que, con el tiempo, también la novedad se tornará tradición.

Por tanto, el conocimiento, lo lógico, el sentido común, lo coherente y lo pragmático son insumos imprescindibles para generar cambios concretos y efectivos.

En esta provincia (Manabí) hay mucho talento y energía válida, pero dispersa.

El desafío está en cómo se armoniza todo eso para que haya propósitos con resultados.

Habrá que escudriñar más a fondo en la validez y en los insumos de nuestra esencia, como potencial latente para consolidar un proyecto integral inter y multidisciplinario.

La incorporación de estrategas, expertos, la universidad, sociólogos y estadísticos planificadores -amalgama de pensamientos y actos bienintencionados-, deberá impulsar un referente *político idóneo* que levante la bandera de lucha.

Pienso que habrá que privilegiar más el sentido de opinión, antes que la multiplicidad de la información.

No es fácil, tampoco imposible. Exige entrega absoluta y eso solo lo puede direccionar un político con formación, disciplinado, íntegro y de mentalidad abierta. 

¡Es obviamente un proceso!