Lo que sigue a continuación es una muestra de cómo la justicia, en su simbólica ceguera, es capaz de causar daños irreparables alentada por la perversidad y maledicencia. Lo describe un experto jurista en Derecho Constitucional.
Por Víctor Arias Aroca*

El doctor Jorge Yunda es un personaje curioso. Multifacético y controversial, se vino a Quito desde Guano, su ciudad natal, en 1977 y no ha parado de soñar aunque sí han logrado pararlo, porque cuando lo separaron de la alcaldía, algunos se confabularon para echarlo del cargo de alcalde de Quito, en 2021.
Hace pocos días, el 22 de septiembre del 2025, la Corte de Justicia de Pichincha lo absolvió íntegramente del proceso judicial en que se le atribuyeron faltas en el manejo de un contrato por pruebas PCR- COVID, desarrollado durante su interrumpido cargo de alcalde de Quito, la capital del Ecuador.
Este caso es patético. Desde que se inició tenía malas intenciones. Los adversarios del alcalde Yunda fraguaron esta trama para sacarlo del cargo, hacerle perder prestigio personal e inhabilitarlo para las próximas elecciones.
Hoy, la Corte ha dictado un fallo al que los medios han soslayado; pero es de una importancia fenomenal en el sistema de justicia del Ecuador. La Corte ha decidido que, en el intrincado proceso judicial, prevalecen los siguientes aspectos:
1.- El señor Jorge Yunda no ha tenido ningún grado de participación en el supuesto perjuicio al Estado.
2.- El proceso de contratación no tuvo direccionamientos.
3.- Las pruebas COVID fueron adecuadas a la naturaleza de la compra y a la urgencia de proteger a la población.
4.- El delito de peculado no pudo ser demostrado por Fiscalía.
5.- Se llama la atención a la Fiscalía por el mal procedimiento en esta causa (Esto significa, en buen romance, que la argumentación de Fiscalía fue absolutamente ineficiente, hizo que la Justicia quedara mal y provocara un daño).
Pero lo bravo de todo esto es que los daños y perjuicios causados al investigado incluyen el cargo de alcalde que, aunque parecería irrecuperable, a lo mejor se recupera en la próxima elección.
Cuando Yunda fue separado del cargo, por una mayoría de concejales de su municipio, en realidad fue objeto de una conjura, una suma de odios macabros y oportunismos perversos que empujaron al Concejo metropolitano a destituirlo violando la ley.
Lo peor del caso es que el alcalde apeló la decisión de destitución ante el órgano correspondiente, el Tribunal Contencioso Electoral (Éste ya había fallado en favor del alcalde de Riobamba en un caso idéntico), pero niega lo solicitado por el alcalde Yunda y confirma su destitución a pesar de haberse producido de manera irregular y al margen de la ley.
De este tema, el ex legislador Jonathan Parra, experto en temas constitucionales, se expresa con propiedad y conocimiento. Él dice que le faltó uniformidad de procedimiento al tribunal que debía fallar a favor de Yunda, lo que no sucedió con el alcalde Jhon Vinueza, de Riobamba.
Pero la conjura estaba lanzada. Sacar a Yunda era la consigna; y, aunque fue ilegal y antijurídica la resolución del cabildo metropolitano, la hicieron válida y el tribunal la convalidó. Fue una injusticia.
No solo fue una injusticia contra el señor Yunda. También lo fue contra su familia (Su hijo también acaba de ser absuelto en una causa de supuesto tráfico de influencias). Lo fue contra el arte, porque muchos artistas auspiciados por un alcalde artista fueron dejados íngrimos. Muchos colaboradores de Yunda, todos calificados, fueron echados a la calle y descalificados.
Así actúa la molicie cuando se desata. Es un vendaval de lodo que pasa arrollándolo todo. La tormenta perfecta del mal. Y es tan perversa esta fiebre, que hace dudar a la gente sobre la honorabilidad de alguien a quien siempre vieron como un hombre honrado. Así es la maledicencia. Es un veneno que los malos transmiten a través del aire.
Yunda formó su propio destino y fue exitoso en todo lo que emprendiera en la vida, pero eso lo hacía insoportable a los demonios que llegaron a odiarlo. Su pecado: ganar elecciones y haber cantado treinta años en Sairo.
Pero ahora que la justicia empieza a brillar y ha concluido el juicio en todas sus partes, habrá que ver qué pasa. Cuando un órgano de justicia comete una injusticia, es generalmente irreparable. Pero hay un juez supremo no enunciado, que es el pueblo.
El otro día, en un evento público, Yunda fue el más aplaudido. La multitud intuye cuando se comete una injusticia. El pueblo es sabio. Se cree, incluso, que Yunda ganó la elección de 2023. Y ese pueblo podría hacer justicia, volviendo a elegir a Jorge Yunda para alcalde de Quito en 2027.
Eso solo lo decide Yunda.
* Víctor Arias Aroca tiene formación académica de abogado, con título de Doctor de Jurisprudencia. Se ha destacado como escritor, con algunos libros de su autoría ya publicados. Es poeta de gran inspiración y orador de fuste. Alterna su residencia entre Manta (ciudad de la provincia de Manabí, Ecuador, donde nació y se formó culturalmente) y Nueva York (E.U.A.) donde su esposa trabaja y reside.
