El escultor lleva años escudriñando la huella de la Cultura Manteña y desde su obra busca el rescate de la identidad de su gente y su pueblo.

Por David Ramírez / @DavidRamirezPO

Periodista David Ramírez Bravo. / FOTO: María Fernanda Hublaut
David Ramírez./ FOTO: Autora: María Fernanda Hublaut

Rafael García lleva varias semanas dándole forma a una silla manteña en el mármol blanco traído a Manta desde la cantera de Fantiscritti de Carrara, Italia, la misma de donde se extrajo el bloque con el que Miguel Ángel esculpió a David, la escultura ícono del Renacimiento.

García se halla sumido en el rescate de la identidad y las raíces de su pueblo y, en ese empeño, esculpe el emblemático trono de la civilización manteña que, tal como va, está llamado a ser la obra maestra con la que se consolide como escultor.

Aunque es originario del Cantón Pichincha, García se identifica como un “manteño comprometido”, porque es en la ciudad de Manta donde desde niño descubrió su apego al arte y ya en la adolescencia tuvo, en el recordado pintor Alex Chávez, el guía de sus primeros pasos, según confió en diálogo telefónico con este periodista desde Nueva York.

García, que participa junto a otros 20 artistas de varias nacionalidades en el II Simposio de Escultores promovido por la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí (ULEAM), narra que su propuesta es continuar revalorando a la Cultura Manteña, de la que es un entusiasta investigador y en cuya iconografía ha basado la mayor parte de su trabajo creativo a través de casi cuatro décadas.

Secuencia gráfica que ilustra el momento desde que Rafael García empezó a esculpir la silla manteña, y su avance. / Foto enviada por David Ramírez

La que estoy esculpiendo es una réplica de la silla que está en el libro ‘The Antiquities Of Manabí, Ecuador’ del arqueólogo estadounidense Marshall Saville. La original se exhibe en el National Museum of the American Indian de Nueva York”, asegura García, evidenciando sabiduría sobre el destino que siguieron estas piezas tras su hallazgo.

Entre 1906 y 1908, Saville recorrió la provincia de Manabí y es a quien se le atribuye el descubrimiento de la Cultura Manteña, de lo que dio cuenta en el artículo “A new and Unknown Civilization Found in the Tropics” (Una civilización desconocida encontrada en los trópicos), publicado el 22 de septiembre de 1907 en el periódico The New York Times.

La obra de García – comprendida entre esculturas, pinturas y murales de mosaicos y otras técnicas combinadas– está esparcida en Manta y otras ciudades del país; lleva el sello indiscutible de la iconografía manteña y en ello radica su relevancia, porque se inscribe en redescubrir y rendir tributo a nuestra identidad, tendencia que no solo es percibida y se acentúa en los últimos quince años, sino que es tangible hoy en día, luego que la silla manteña fuera reconocida por el American Museum of Natural History de Nueva York, como el ícono más distintivo de la civilización manteña.

Un ambicioso proyecto

García no solo trae entre manos un martillo y un cincel, sino un proyecto ambicioso de gran alcance, que solo lo pudo concebir la visión de un gestor cultural idealista que ama lo propio. Y lo resume en el siguiente párrafo: “Quiero localizar las sillas que están en los museos del mundo, para -ya que no podemos traerlas de regreso- replicarlas en el gran museo de la Cultura Manteña, que debe construirse en Manta.”

En efecto, García ha dedicado los últimos años a la investigación, logrando recopilar un registro bibliográfico de los museos del mundo donde están las sillas y ahora se propone replicarlas.

La  iniciativa de García, en primera instancia, podría parecer delirante; pero en mi opinión es factible si se logra el apoyo necesario y partimos de la premisa de que nada es imposible. Hemos conversado profusamente, y de su convicción en llevar adelante lo que se ha propuesto no me queda la menor duda.

Mientras tanto, como hemos testificado, empolvado hasta el último resquicio, García continúa a sol y sombra esculpiendo la silla manteña, sin darse cuenta que cada trazo a golpe de cincel, entraña el mismo espíritu que llevó a forjar obras colosales a genios como Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Donatello, Lorenzo Ghiberti y Bernini, de las que hoy se regocija la humanidad; maestros de los que Rafael García bien podría ser una reencarnación, que en algún momento celebraremos en Manta con el mismo reconocimiento por la majestuosidad de su obra.

Por ahora, aplaudimos a Rafael García por persistir en redescubrir la historia enalteciendo la identidad manteña.