Un activista cultural ecuatoriano narra lo impresionante de una exposición pictórica de un compatriota suyo establecido en Nueva York.

Por: Vladimir Zambrano Galarza* / Vladichzg@hotmail.com

Me enteré de la exposición de pintura de un familiar, un mantense radicado por décadas en EE. UU., Vincent Zambrano, en la galería de arte ArtHaus Hudson, ubicada en las calles 4700 Park Avenue, Weehawkeen, New Jersey.

Pude hacer la visita el lunes 3 de noviembre, un día antes de la fecha de conmemoración de la cantonización de Manta.  Llegué temprano al lugar, luego de haber viajado en la línea de buses desde Port Authority para cruzar el Hudson River hacia el vecino poblado en New Jersey, lugar muy acogido por la diáspora ecuatoriana.

Me había comunicado con el artista Zambrano para vernos en la galería y escuchar sobre su obra, pero los desafiantes horarios de trabajo de este país no nos dejaron coincidir en el día y las horas.

Tuve una satisfacción muy grande cuando llegué a la galería y pude percibir los detalles y las alegorías que encerraban las imágenes del artista. 

Allí fui recibido por el dueño de ArtHaus, Frank Jackson, con quien conversamos sobre la obra del talentoso pintor y me obsequió además un brochure (folleto) sobre los antecedentes y la carrera del familiar y coterráneo. La exposición llevaba el nombre: With Colors of Time (Con colores del tiempo).

Frank Jackson, dueño de la galería ArtHaus Hudson, New Jersey (N.Y., EE.UU.). / FUENTE: VZG

La exposición de arte en la galería de Frank me mostró el inmenso talento de Vincent. Los colores, el detalle, lo real, lo surreal y el lado onírico de sus pinturas me llevaron a un intento de viajar por su mente y las intenciones con los cuadros.

Le pregunté a Frank si acaso el cuadro con el joven en la canoa con la caña de pescar era una representación del mismo Vincent, acordándose de su ayer en las playas de su barrio en Tarqui, Manta. Frank sonrió y dijo: May be (tal vez)… 

Las pinturas de Zambrano muestran maestría en el uso de la paleta y la combinación de colores; lo abstracto y lo figurativo se conjugan con la presencia primordial del agua en casi todos sus cuadros.

En las obras, donde el espejo del agua refleja la imagen del bote, su pasajero y el paisaje, nos llevan a espacios plácidos y de contemplación. Vincent tiene a la fotografía del espacio también con la intención en su pintura.

Me llamó mucho la atención del cuadro con el joven recostado en la parte alta del árbol y el tigre a su lado. Le vuelvo a preguntar a Frank: “¿Es Vincent un tigre en sus sueños?” Mirando fijamente al cuadro, me responde: “Definitely. He’s a tiger in everything he does.” (Efectivamente, Vincent lo es.)

Vincent Zambrano, nació en Manta en 1964, y junto con su familia Zambrano Dueñas migraron a los Estados Unidos a mediados de la década de 1970. Creció en Queens, Nueva York, y logró estudiar Bellas Artes en el Fashion Institute of Technology; y, como un tigre, con mucha voluntad y talento ha hecho una carrera que incluye pintura, fotografía y arte digital.

Además de su faceta plástica, Zambrano es cineasta, quien ha consolidado un perfil de director de cine. Múltiples portales web enlistan varias películas y cortometrajes en los que ha trabajado en el marco del cine independiente y experimental, como La Araña en el 2002; The Heart of a Broken Tale (El corazón de un cuento roto), obra seleccionada en el Festival de Cine de Cannes de 2006.

En el 2009 produjo el largometraje Shadow Boxing (Boxeo de sombra), y un corto The Moment I Died (El momento en que morí); en el 2016 Yigal Ozeri: The Chameleon (Yigal Ozeri: El camaleón), y Dog Bites Man (Perro muerde a hombre) en el 2023.

Vincent es creador multidisciplinar que ha logrado reconocimiento, tanto en el cine independiente como en el arte plástico contemporáneo.

Luego del disfrute de contemplar su trabajo y mirar los detalles de su composición, pensé que sus pinturas exhibidas en New Jersey desarrollan también una narrativa, y que el espectador puede sumergirse en las mismas, logrando su propia explicación. Yo ya tenía la mía.

Me despedí de Frank y abordé el autobús para el retorno a la estación de metro que llevaría a casa. En el camino llamé a Vincent; le dije: “Primo ¿es usted el joven parado sobre el bote?” Escuché su sonrisa y me dijo: “Mucho de esas imágenes son también mi memoria de las playas de Manta, de Tarqui donde crecí, junto al mar.”

Y añadió: “Esas canoas son mi obra que navega, y que algún rato me llevará a un puerto que aún no lo sé.” Siguió añadiendo: “pienso que mis pinturas deben, en algún momento, ser exhibidas en Manta, en Tarqui, donde siguen vivas mis memorias.”

Al escuchar a Vincent reflexioné sobre el alma del inmigrante latinoamericano en este país, una patria formada por colonos y por una marea humana que, en las últimas cuatro centurias, llegaron desde muchos lugares del mundo. 

Aunque hayan experimentado tanto alegrías como fracasos, siempre conservan consigo una parte de esas imágenes iniciales de la tierra que vieron sus ojos en el suelo natal; imágenes que siempre vivirán con ellos. El deseo del retorno no es solo físico, sino también en los ensueños y en los trazos de la memoria.

La exposición de Zambrano me reveló no solo el talento de un artista, sino también cómo la memoria persiste a través de la experiencia de la diáspora y genera arte.

En algunos dibujos de Vincent se dibujan su nostalgia de las aguas de Manta, ese lugar que conoció en su infancia, y la manera de cómo él regresa allí, aunque solo sea de forma simbólica, a través de sus obras y sueños. Vincent muestra las huellas del mar cerca de la casa de sus padres, viviendo con él.

Mientras retornaba en el metro, abrí de nuevo el brochure para leerlo con calma y traducirlo. Allí decía:

Con los Colores del Tiempo: Espero que los visitantes no solo se adentren en mis imágenes, sino que también se lleven algo personal consigo. Mi deseo es que todos los que vengan a ArtHaus Hudson se vayan con un recuerdo, un sentimiento o incluso una chispa de inspiración que conecte con su propia historia. − Vincent Zambrano.

Cerré el catálogo, cerré mis ojos, y mientras el ruido de los rieles transcurrían, me puse a pensar en cómo las imágenes de mi ciudad natal seguirán presentes en mí, ahora que también he tomado el rumbo de ser nuevo inmigrante en este país.

* Vladimir Zambrano Galarza. Mantense miembro de la Corporación Cultural Club de Lectura El Quijote (ciudad de Manta, Ecuador) y hoy radicado en Queens, Nueva York, Estados Unidos de Norteamérica.