Una vez que el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Ecuador ha contabilizado casi al ciento por ciento los votos que los electores depositaron en las urnas para elegir el nuevo presidente del país, Lenín Moreno (Alianza PAÍS) aparece ganador con un poco más del 51% y Guillermo Lasso (CREO-SUMA) queda al margen con poquísimo menos del 49% de la votación válida.

Este resultado, sin embargo, es cuestionado por Lasso, quien anunció que lo apelará en Derecho y al mismo tiempo lo ha denunciado ante la Organización de Estados Americanos (OEA), de la que Ecuador es miembro activo. Por lo tanto, habrá un compás de espera antes de que el CNE pueda proclamar legítimamente al nuevo presidente ecuatoriano.

¿Fraude electoral?

En la organización política que auspicia a Lasso hay la sospecha de un “fraude electoral” consumado en el proceso informático de la contabilización de votos, basándose en por lo menos dos hechos públicos después de cerrarse el lapso de la votación: 1) Tres encuestadoras autorizadas por el CNE para realizar consultas a boca de urna (exit-poll) revelaron resultados que hacían ganador a Lasso (Cedatos, Market e Informe Confidencial); y la Corporación de Participación Ciudadana encontró un “empate técnico” con apenas una diferencia de 0.06% a favor de uno de los candidatos. 2) Después de conocerse estos resultados probabilísticos no oficiales y cuando en la página web del CNE la contabilidad también favorecía a Lasso, inexplicablemente esta página dejó de funcionar durante un rato y luego se rehabilitó con las cifras ya marcadamente favoreciendo a Moreno.

Además, el director nacional del Movimiento Creo, César Monge, denunció en televisión que en el Cantón Ambato (provincia del Tungurahua) ocurrió el caso sui-géneris de que el original de un acta de una mesa de sufragios registra muchos más votos para Lasso que para Moreno, pero que al sistema informático del CNE no ingresaron estos resultados sino los de otra acta aparentemente forjada, con resultados inversos.

Todos estos hechos disgustaron a los votantes de Lasso, muchos de los cuales lo han manifestado en las calles de algunas ciudades y principalmente al pie del edificio donde funciona el CNE en Quito y al pie de los edificios donde funcionan sus respectivas delegaciones provinciales.

El CNE, por cierto, rechaza que se dude de sus procedimientos y su presidente, Juan Pablo Pozo, dijo categóricamente en cadena nacional de radio y televisión que ellos “no han puesto ni quitado” algún voto a favor o en contra de ningún candidato.

Los desafíos

Esperando que este panorama presagioso sea debida y satisfactoriamente despejado, el caso ahora es que el Ecuador, desde el 24 de mayo de este año, tendrá un nuevo gobernante a quien corresponde la titánica tarea de atender con urgencia las inquietudes de la mitad de ecuatorianos que no votaron por él, de modo que así se cree el ambiente propicio para unificar socialmente al país y empujar su desarrollo general.

La economía ecuatoriana atraviesa hoy una situación difícil, cuyo impacto devastador golpea sobre todo a las clases empleadas de menos ingresos y a las que a duras penas obtienen un mendrugo diario para medio saciar el hambre y unas cuantas donaciones para andar vestidos.

La penuria es de tal magnitud, que solo basta subirse a los autobuses de línea para ver y escuchar la creciente cantidad de personas que se las ingenian tratando de vender alguna baratija a los pasajeros, o a aquella otra que arriesga la vida haciendo malabares al pie de los semáforos.

En los dos últimos procesos electorales habidos en el país, todos los electores pudimos comprobar cuánta gente se acomodó alrededor de los recintos de votación en procura de vender algo que aligere el peso de sus necesidades elementales.

Todas aquellas personas hacen eso porque tienen enormes carencias para subsistir, no por negocio, ya que ninguna de esas ventas alcanza montos de rentabilidad.

Y si la economía, que es la base de la convivencia social, anda en esos trotes, qué decir de las otras actividades que la complementan. No en vano hay tanto desacuerdo político irreductible, el comportamiento social es cada vez más agresivo y excluyente, las artes relegadas, el pensamiento crítico replegado…

Así de enorme es el desafío que enfrentará el nuevo presidente y no hay ni tiempo ni lugar para el festejo de su triunfo electoral; solo para diseñar las nuevas políticas gubernamentales, consensuarlas y ponerlas en práctica antes de que sea demasiado tarde.

MANTA, 03 de abril de 2017.