En la ciudad de Manta todavía no se ha podido erradicar por completo el hedor cloacal que el viento se encarga de esparcir por toda la urbe porteña, empeñada en posicionarse como uno de los principales destinos turísticos del Ecuador.

Hasta hace poco el problema de fondo era que el alcantarillado sanitario había colapsado por sus muchos años de servicio y el aumento del agua servida a consecuencia del crecimiento poblacional. Esto se ha superado grandemente con la renovación parcial de alcantarillas y su extensión a zonas que carecían de ellas. También contribuyó el aumento de capacidad del sistema de tratamiento: bombas evacuadoras, acueducto y lagunas de oxidación o depuración.

Pero los efluvios asquerosos persisten y el público no se explica cuál es la razón.

El caso es que la Empresa Pública Aguas de Manta (EPAM), administradora de los servicios de agua potable y alcantarillado del cantón, se halla desarrollando varios trabajos de modernización en cada parte del engranaje hidrosanitario de la ciudad, siendo inevitable que a veces, en algún lado, el agua sucia quede expuesta y sus gases tóxicos escapen.

 

Ahora mismo la EPAM trabaja perfeccionando el funcionamiento de las lagunas donde se trata o descontamina el agua servida de la ciudad. Ha inhabilitado temporalmente 4 de las 12 lagunas, quedando al descubierto el lodo fecal acumulado en el fondo de cada una de ellas, que es nada menos la principal emanación de gases malolientes que el viento esparce por doquier.

Paúl Macías, director de Gestión Ambiental de la EPAM, explicó que actualmente se trabaja en el retiro (secado) total del agua y el lodo residual de esas 4 lagunas. La remoción y el retiro de ese lodo es lo que está generando muchos gases y por consecuencia malos olores, causando molestias aun en sectores donde ya se había logrado disminuir considerablemente dicho problema.

Indicó que además se está haciendo la reparación de la geomembrana que hace impermeable el suelo de las lagunas anaeróbicas (depuración mediante organismos vivos que pueden vivir sin oxígeno) y construyendo una cubierta sobre cada una de ellas para retener los gases, en un 95%, que luego se quemarán.

También dijo que durante el proceso de secado de las lagunas, por haber menos tiempo de retención del agua residual, esta experimenta una distorsión que provoca el cambio de pigmentación (color), sin que esto genere contaminación pero sí un raro impacto visual.

Sin embargo, el técnico asegura que la contaminación ambiental será imperceptible cuando termine la repotenciación de las lagunas y ofreció disculpas a la ciudadanía por las molestias temporales que este trabajo ocasiona.

FUENTE: Dirección de Comunicación Social de la EPAM, mediante boletín informativo y fotos con firma de su director, periodista Pedro Clotario Cedeño.- MANTA, 01 de julio de 2017.