Esta es la historia de cómo varios grupos de mujeres organizadas, con apoyo focalizado y oportuno de la Unión Europea, se han sobrepuesto al desastre que dejó el terremoto de 2016 en la provincia de Manabí (Ecuador) y ahora llevan con éxito sus emprendimientos productivos y comerciales que les prodigan un mejor nivel de vida.
La crisis que desencadenó el terremoto del 16 de abril de 2016 dejó en ruinas los sueños e ilusiones de quienes habitan en la provincia de Manabí. Casas destruidas, duelo por la pérdida de familiares y un sabor a incertidumbre, tornaba la situación aún más precaria. Sin embargo, la cooperación internacional a través de sus proyectos de reactivación económica y social, dieron un empuje significativo a la vida de estas personas, retornando así, para ellas, la esperanza en un futuro mejor.
El proyecto “Mujeres organizadas por una costa ecuatoriana resiliente e inclusiva”, financiado por la Unión Europea y ejecutado por la ONG italiana CISP -Comitato Internazionale per lo Svillupo dei Popoli-, marcó un punto hito para las organizaciones de mujeres de los cantones Portoviejo, Jipijapa, Sucre y San Vicente, promoviendo el desarrollo local y la reactivación económico-productiva con enfoque de género hacia la valorización de los activos sociales y económicos del territorio, estímulo a procesos de organización social y fortalecimiento de las relaciones entre sociedad civil, Estado, universidades y sector privado.
Las estrategias y acciones implementadas para alcanzar los resultados se enfocaron en mejorar la capacidad organizativa y operativa de las organizaciones de mujeres, incrementando el conocimiento local sobre economía popular y solidaria, cooperativismo, finanzas populares, y fortaleciendo las capacidades de incidencia en los procesos de desarrollo local inclusivo y resiliente a través de talleres de capacitación en los que las asociaciones de la Economía Popular y Solidaria han participado de manera activa, evidenciando un gran impacto en los sectores productivos de pesca artesanal y camarón blanco, gastronomía, turismo comunitario, agricultura, apicultura, y en el ámbito de la veeduría y la participación ciudadana y control social.
Sus historias se entrelazan con la crisis y las oportunidades
María Auxiliadora Moreira, integrante del Comité de Usuarias “Mujeres y Vigilancia Social”, del Cantón Sucre -conformado en el marco del proyecto-, señala que esta ha sido una oportunidad para trabajar para que la calidad y la calidez en el área de la salud sea excelente, lo que ha permitido luchar por los que no tienen voz.
Por otro lado, Yadira Velásquez, de la Asociación de Producción Agrícola “De Coco Ebanitos” (ASOCOCOEBANITOS), en la Parroquia Riochico del Cantón Portoviejo, comenta que ellos iniciaron como una asociación de hecho extrayendo el aceite de coco; y que, gracias a las acciones implementadas por el proyecto, han logrado superar grandes obstáculos, llegando a convertirse en un ejemplo para las comunidades aledañas de su parroquia.
Jenny Carrasco, miembro de la Asociación de Producción Pesquera Artesanal “Mujeres Emprendedoras” de la Comuna Salinas (ASOPROCOMSAL), evoca que el proyecto abrió nuevas oportunidades que nunca se hubiera imaginado: “Cuando fui de delegada a Quito a participar de un importante seminario, tuve la oportunidad de conocer a tantas personas importantes. En ese momento dije: “Yo tengo que estudiar, voy a hacerlo. Dicen que nunca es tarde para volver a empezar y así fue como me decidí a empezar a estudiar”.
El proyecto “Mujeres organizadas por una costa ecuatoriana resiliente e inclusiva”, ejecutado por CISP y financiado por la Unión Europea, ha beneficiado globalmente a 200.085 mujeres y 196.189 hombres, dando como resultado un impacto social en 396.274 personas de la provincia de Manabí.