“Hay grandes interrogantes que merecen respuestas urgentes: ¿Por qué hasta la fecha la Contraloría no ha intervenido el Rodríguez Zambrano? ¿Qué se encubre? El pasado jueves, el vicepresidente Otto Sonnenholzner, en su visita a Manta, lanzó una acusación que ha encendido las alarmas.”
David Ramírez*

Sobre el Rodríguez Zambrano hay una verdad irrefutable.
Está inmerso en un proceso de “repotenciación” sobre el que la sociedad civil ha observado irregularidades y las mismas coinciden con las de otros hospitales del país intervenidos por la Contraloría y que, incluso, sus directores, gerentes y otros funcionarios, han sido arrestados y se les ha iniciado causas por corrupción, asociación ilícita, delincuencia organizada y enriquecimiento no justificado.
Al país le consta que el sistema de salud fue entregado como cuota a líderes políticos, como forma de consolidar en la Asamblea Nacional una mayoría afín al Gobierno. En consecuencia, la debacle en el sistema de salud del país es responsabilidad inexcusable del Ejecutivo.
Ahora bien, el hospital de Manta no estuvo exento de ese reparto. La magnitud de la corrupción se puede ilustrar solo con la punta del iceberg: en solo unos meses han desfilado por el Rodríguez Zambrano cinco gerentes, varios directores, y se han cambiado a diestra y siniestra funcionarios administrativos, según lo disponía el asambleísta dueño de esta “tajada”.
Mientras esto se daba, el Rodríguez Zambrano ha estado inoperativo, al tiempo que en la ciudad persiste una necesidad sin precedentes de servicios de salud en el curso de la pandemia.
En Manta ha muerto gente mucho más de lo que muestran las cifras del Ministerio de Salud. Una buena parte de estos fallecimientos a causa directa de la falta de un hospital, más que a la misma enfermedad de COVID-19. Esta será una tarea pendiente para establecer la responsabilidad histórica entre lo que se hizo y se dejó de hacer.
Esta indolencia está a la luz de todos, porque, mientras se ha dilatado una solución, la gente moría en sus casas o en los pasillos del Rodríguez Zambrano, que estuvo colapsado desde el terremoto del 16 de abril.

Hay grandes interrogantes que merecen respuestas urgentes: ¿Por qué hasta la fecha la Contraloría no ha intervenido el Rodríguez Zambrano? ¿Qué se encubre? El pasado jueves, el vicepresidente Otto Sonnenholzner, en su visita a Manta, lanzó una acusación que ha encendido las alarmas.
Se trata del segundo mandatario del país, por ello su declaración no debe quedar en el aire. Se exige analizarla en contexto y plantear una aclaratoria a lo que dijo: “Si no se hubiesen interpuesto los intereses, el hospital (RODRÍGUEZ ZAMBRANO) ya estuviera disponible”.
¿Contra quién o quiénes lanzó estos dardos el ciudadano vicepresidente? Que se sepa, lo que se ha denunciado es una trama de corrupción en la “repotenciación” del hospital. Lo principal, se entregó $ 14 millones de anticipo al contratista, esto a pesar de que había una medida cautelar que impedía que el constructor iniciara los trabajos hasta que implementara técnicamente un plan de contingencia que garantizara la salud de los pacientes.
El resto de los entretelones de este desaguisado quedó expuesto antes en líneas generales; pero, reitero, Manta tiene en sus manos un problema de salud que, por extensión, implica la vida de los ciudadanos, sobre lo cual, evidentemente, hay total desprecio.
Si aparte del interés en luchar contra la corrupción y de devolverle a Manta un hospital digno de su pueblo existen otros intereses, el vicepresidente Sonnenholzner tiene el deber de revelarlos, por ética y responsabilidad política. No hacerlo constituye auspiciar la corrupción y agregar aún más incertidumbre a la crisis de salud.
Finalmente vale insistir que el alcalde anterior, y el actual, debieron haber liderado una iniciativa al más alto nivel del Gobierno para exigir que Manta tenga un nuevo hospital post terremoto, y no lo hicieron. Han pasado 4 años y que la ciudad encare una insuficiencia hospitalaria como la que atraviesa, es infame. Entre tanto, permitieron que se construya con fondos de la reconstrucción -y se mantiene inconclusa- la vía Manta-Colisa.
En el caso de Agustín Intriago, su silencio no solo es inexcusable sino vergonzoso.