José Ramón Moreira Aliatis./

José Ramón Moreira Aliatis* / ing.jrma@hotmal.com

Te permite meditar, hacer análisis de las diferentes etapas del día y de la noche; priorizar; sorprenderte del pensamiento de los demás, expuestos oralmente o de manera escrita a través de los medios de comunicación; apreciar a quienes realmente te importan y quienes no significan nada para ti; ver y sentir lo correcto de lo incorrecto; percibir de alguna manera que tu familia te aprecia o no: de si tienes alguna necesidad médica, de si estás solo con tus pensamientos, de si tienes frío o calor, de si hay afecto o desafecto; si los amigos nos preocupamos enviando señales de cualquier índole.

En fin, que sientas que alguien allá en la otra orilla está contigo, que el encierro o la calle les importe. Somos por naturaleza caminantes, y el confinamiento va contra natura y causa ansiedad, escozor, cansancio, aburrimiento y ganas de salir volando.

Analicemos la ansiedad que deben sentir las aves, los mamíferos en el encierro y en el hastío. Si nos fijamos en los mamíferos, en las aves, cuando son objetos de placer de los seres humanos. Con sus cantos, sus miradas desconsoladoras, sus vueltas infinitas en las jaulas, sus berrinches cantarines saltando de esquina a esquina, sus movimientos incansables de la cabeza en un interminable juego de columpio… Imploran cariño, son animales estresados. Hay un pájaro al que llamamos “negro fino”; es tan sensible, que cuando es encerrado adulto, máximo 3 días aguanta vivo. Mueren de tristeza por ser diseñados naturalmente para estar libres.

No creo ni en la mascarilla, ni en el aislamiento. En Japón, el cubre boca y la inclinación para saludar lo utilizan por el alto grado de contaminación por el accidente atómico que contaminó la isla. Y en cuanto a la utilización de máscara en la famosa “gripe española” de principios del siglo pasado, se produjo por la escasa información científica para combatir semejante peste.

Parece que desconocemos acerca de los anticuerpos que generamos en nuestro propio organismo: primero, por el prodigio divino; después, por la alimentación sana, por la respiración de aire puro, el ejercicio físico, las caminatas, el consumo elevado de frutas. La contaminación se genera por el encerramiento en casa y por las emociones negativas que bajan nuestras defensas corporales.

Desgraciadamente en la calle NO evitamos las aglomeraciones y eso es fatal. El barbijo te envenena por el reciclaje del aire que retiene el dióxido de carbono y lo volvemos a respirar; y, a fin de cuenta, encerrados terminamos tullidos, cansados, fastidiados y angustiados.


* José Ramón Moreira Aliatis reside en Manta (Ecuador). Es ingeniero comercial, periodista de opinión y empresario.  ing.jrma@hotmal.com

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