Oda en memoria de uno de los poetas populares ecuatorianos (Manta: 18 mayo 1971 – 22 enero 2022) más proficuos, pero a la vez más atormentados.

Este contenido es parte de REVISTA DE MANABÍ

Por Víctor Arias Aroca *

A Pedro Gil habría que reinventarlo.

No podrán vivir sin él los más templados,

Los más bacanes,

Los más humildes,

Los desterrados de la vida;

Los olvidados de Dios.

Los seres maravillosos

Que enlazaron su estirpe

Y elevaron al cielo

La magia de su voz y su palabra.

Hay que hacerte de nuevo, Pedro,

Porque sin ti

El mundo seguirá siendo una pendejada;

Habrá otros trogloditas empujando la jungla,

El mar será sacado de su cauce

Por los lagartos de la política.

El día que ya no tengan qué robarse,

Peces envenenados bajarán de los ríos.

Estrellas empeñadas, montañas ultrajadas,

Gaviotas asaltadas, lunas asesinadas;

Ese es el mundo trágico que heredaron los poetas,

Hermano,

Porque los locos habían llegado antes

Y enloquecieron a la noche y sus tinieblas.

Se fueron, se largaron;

Se han ido llevando todo, hasta los huesos.

Tú que tanto peleaste a rajatabla

Para que el mundo dejara de ser una pocilga

Y las hormigas dejen de perseguirnos;

Tú no puedes marcharte, simplemente.

Los poetas no mueren así,

Los dioses nunca faltan.

Pero tú faltarás desde ahora

Para la cita suave de las tardes.

Tarqui se pondrá triste.

La playa encenderá su propio fuego

Y habrá aliento a licor, hierba quemada,

Y guitarras que se prenden solas,

Igual que tu alma luminosa.

La verdad es que los otros poetas

No te quedaban buenos,

Ni en la primera ni en la segunda,

Tampoco en la tercera,

Porque cada vez que salía un poema tuyo

Algo, como un ciclón, se atravesaba

En la garganta de los vates,

Y había que andar despacito,

Al filo de la navaja de las letras,

Para no cortarse con tus duras navajas

Afiladas

Que cortaban el cuello de la noche

Y los perros,

Y la sangre corría dibujando

Ríos de locura enamorada;

Porque en amor, eso sí,

Nadie les queda bueno a los poetas.

La sociedad del odio no ha querido escucharte;

Se taparon,

Se callaron,

Se escondieron;

No quisieron parar la guerra

Que no querías jugar,

Porque tu juego

No era de este planeta.

Por eso es que te marchas,

Porque los padres de la patria

Sufren por los poetas,

Lloran por los poetas;

Hasta dejan de comer por los poetas.

No pueden soportar a los poetas

Porque dicen la plena, ñaño.

Vas a ver que clamarán al cielo,

Dirán una oración estos canallas

Ante el príncipe muerto;

Pero no los escuchará la multitud

Porque la patria ya había escogido al favorito.

Y el que se alimentaba de huracanes,

El más bacán de los poetas,

Estará redivivo.

Cada vez que los gatos se copulen

Bajo el puente,

Cada vez que los perros de la noche

Se lleven arrastrando a las guitarras,

Y desde el fondo del mar,

Tus versos que estaban locos

Porque pedían justicia,

Saldrán para escucharse en las campanas

En las murallas de los siglos,

En las torres que protegen a los dioses,

En las borracheras de los ángeles,

En las fiestas de los animales puros

Y en todos los conciertos de los astros.

Se inclinarán las estrellas y los dioses

Para dar paso, al único,

Al primero,

Al navegante de todos los equinoccios,

Galanteador de todos los solsticios,

Al más bacán de los poetas,

Al príncipe de los canallas.

* Víctor Arias Aroca es abogado en libre ejercicio, reside en la ciudad de Manta (Ecuador). Entrevistador para televisión, escritor y poeta de admirable inspiración.

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