Este lunes 16 de abril de 2018 se cumplen exactamente dos años desde el terremoto devastador, ocurrido en una fecha similar pero día sábado del año 2016. Eran casi las 19h00 cuando la tierra crujía mientras oscilaba y trepidaba violentamente, cuya intensidad alcanzó 7.8 grados en la escala internacional de Richter.
El epicentro se situó en el Cantón Pedernales, de la provincia de Manabí. El poblado mayor de este territorio cantonal, igual que los centros históricos de las ciudades Bahía de Caráquez, Portoviejo y Manta, fueron los más golpeados de Manabí por la sacudida telúrica, que también golpeó con dureza a varios pueblos de Esmeraldas y en menor intensidad a algunos de otras provincias ecuatorianas.
Pese al golpe demoledor y el consiguiente duelo, el pueblo de Manabí continúa erguido haciendo su vida y reconstruyendo lo dañado, con la impresionante ayuda solidaria de todo el Ecuador y con la gestión pública a cargo de las instituciones del Estado. Tarea portentosa, que tomará muchos años, sorteando los obstáculos y desaciertos que nunca faltan en una empresa de semejantes proporciones.
La reconstrucción a cargo de instituciones públicas
Tras el terremoto, la Asamblea Nacional de la República aprobó la Ley de Solidaridad que aumentó temporalmente el Impuesto al Valor Agregado (IVA), de 12 al 14 %, salvo para las dos provincias devastadas. Esto permitió al Gobierno nacional, recaudar fondos para uso exclusivo en la reconstrucción de las obras públicas destrozadas y las viviendas particulares de familias en situación de vulnerabilidad (La obra pública concierne a infraestructuras -alcantarillado, acueductos- y superestructuras -vías, edificios, puentes-).
Falta bastante todavía en ambos casos, pero aquí resumimos lo hecho hasta hoy en vivienda popular, según reporte del Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (MIDUVI).
Sueños que se hacen realidad
“Es un sueño hecho realidad y la posibilidad de un futuro mejor”, afirma emocionada Ana Luna Contreras, uno de los beneficiarios de la Urbanización Duana II, en Quinindé, Esmeraldas. Así como ella, miles de otros beneficiados con las viviendas construidas por el Gobierno nacional están saliendo adelante después del terremoto.
Ana Luna -con una discapacidad física del 51 %-, junto a su esposo ha emprendido en la elaboración de cocadas, maní enconfitado y chocolates, aprovechando su nueva vivienda.
“Tenemos el apoyo de nuestros vecinos, con quienes conversamos para cuidar estas elegantes y seguras casas que nos dieron. Es una gran bendición la que recibimos”, cuenta ella mientras confita el maní.
La inversión, en cifras oficiales
33.005 incentivos ha entregado el Estado ecuatoriano desde el terremoto hasta el 2 de abril de 2018, en ocho provincias afectadas: Bolívar, Esmeraldas, Guayas, Los Ríos, Manabí, Pichincha, Santa Elena y Santo Domingo de los Tsáchilas. 2.572 se levantaron en terrenos urbanizados por el Estado, y 16.249 en terreno propio de los beneficiarios.
Además, se realizaron 4.357 reparaciones y se otorgaron 5 incentivos de 9.000 dólares cada uno para compra o construcción de vivienda de hasta 70.000 dólares.
Desde mayo de 2017, el Gobierno ha entregado 17.589 viviendas, principalmente en Manabí y Esmeraldas. Actualmente se construyen 6.578 soluciones habitacionales.
Según el MIDUVI, el Estado ha invertido, hasta el 2 de abril del año 2018 en curso, 328´948.594,48 dólares en la atención habitacional a los afectados por el terremoto.
La misma fuente indica que el Gobierno nacional continúa con el trabajo para atender de manera integral a todos los afectados por el desastre natural, no solo con la entrega de una vivienda digna, sino también con la generación de un hábitat seguro e incluyente.
Motivación para un cambio de vida
En cada una de las 23 urbanizaciones que el MIDUVI ha desarrollado, se incentiva a sus ocupantes a emprender pequeños negocios como tiendas de víveres, panaderías, servicios de acceso a internet, entre otros. También se promueve la organización comunitaria mediante iniciativas como HábitArte. Un ejemplo de esto último es el mural realizado en el proyecto habitacional El Guabito, en Portoviejo, donde los niños fueron los brillantes artistas de la obra.
“Estas iniciativas nos unen como comunidad. Nos llenan de esperanza y de alegría y nos hacen recordar que uniendo esfuerzos, estando juntos, pudimos superar un terremoto y ahora disfrutamos de un techo y un hogar seguro”, resaltó Juan Carlos Cedeño, morador de El Guabito.
Además, mediante trabajo interinstitucional con la Secretaría Técnica Toda Una Vida, se lleva adelante la propuesta Creamos Comunidad, con talleres, mingas y actividades de integración.
Cada beneficiario también le da su toque a las viviendas que recibieron. Coloridos jardines llaman la atención en la mayoría de las urbanizaciones, que también cuentan con espacios de recreación, como canchas multiuso o juegos infantiles.