Unos pocos ciudadanos ecuatorianos, aquellos favorecidos con una existencia larga y saludable, pueden dar fe de cómo los candidatos políticos caminaban o se movilizaban a lomo de bestias, entre lodo y malezas, para llevar sus promesas de gestión pública a los electores campesinos del último tercio del siglo XX hacia atrás.
La reciente caminata montuvia de Jaime Estrada Bonilla, candidato a prefecto provincial de Manabí por su Movimiento Político Sí Podemos, nos retrotrajo con nostalgia a esos tiempos de andar comprometiendo votos en los exuberantes y bellos campos de la geografía manabita; ora caminando en la planicie sobre los estrechos senderos bordeados de matorrales orlados con las gotas del rocío matinal, ora cruzando ríos caudalosos y quebradas torrentosas; ya subiendo y bajando lomas empinadas, o también navegando en una balsa precaria. Pero, eso sí, arropados por la calidez sincera de las familias campesinas.
Llevado por su campaña propagandista para seducir a los electores que sufragarán el próximo domingo 24 de marzo del 2019, Estrada fue a Calceta a reunirse con sus coidearios y simpatizantes, y luego junto a ellos recorrer el territorio cantonal para divulgar sus propuestas de gobierno. Paradójicamente, no contaba con la “propuesta” de Omar Toala, el candidato de Sí Podemos para alcalde de Bolívar, de ir a sudar la gota gorda y mojarse y enlodarse los zapatos en la agreste campiña que rodea al gran embalse La Esperanza, el inmenso almacén hídrico de Manabí.
Jaime Estrada y Omar Toala, adelante. Una cuesta que los puso a pujar. «Por el gusto se paga la pena». La alegría por recibir a gente de la ciudad. En busca de altas miras.
Y hasta allá se fueron, en caravana de autos hasta donde era posible, y desde allí en adelante -dejando atrás el confort de las cabinas automovilísticas climatizadas y con asientos mullidos- caminando a campo traviesa y calzando las calurosas pero indispensables botas de plástico. Sin embargo el esfuerzo y las incomodidades valieron la pena (“por el gusto se paga la pena”), ya que además de encontrar a un público sencillo y por lo mismo magnífico, pudieron apreciar de primera mano las singulares potencialidades de la ruralidad, oxigenarse con aire puro y fresco, y descubrir que, pese a todos los avances materiales y sociales del siglo XXI, ni las bondades naturales son bien aprovechadas, ni la gente que vive entre ellas tiene la atención estatal que merece y necesita.
Ni siquiera el sistema de riego Carrizal-Chone tiene el mantenimiento que requiere, sobre todo después de los daños que sufrió durante el terremoto del 16 de abril del 2016. Y esto, según constataron Estrada y sus acompañantes, afecta directamente a la economía de los campesinos por la falta de agua para riego, con pérdidas de 6.000 hectáreas de cultivos, aproximadamente.
Otra sorpresa, al visitar a la Comunidad “La Mariposa”, es que sus habitantes solo disponen de un camino muy precario para movilizarse. Aquí, los visitantes fueron recibidos por aproximadamente 160 comuneros, quienes expusieron sus necesidades viales. Estrada les habló de su proyecto de vialidad rural “Puro Manabí” y de la rehabilitación del sistema de riego Carrizal-Chone, además de canales de drenaje en las zonas inundables de Calceta y Quiroga.