Maite llegó al Ecuador hace dos años desde su natal Maracaibo, una ciudad al noroeste de Venezuela. Hoy trabaja como vendedora de una importadora de ropa en el centro de Guayaquil. «Gano solo las comisiones por cada venta y no tengo contrato. Tengo mis papeles arreglados pero como no hay empleo, debo aceptar esta situación».
Ella es parte del 93 % de inmigrantes venezolanos que tienen un trabajo en Ecuador pero que no cuentan con las condiciones formales. Es decir, no firmaron contrato ni tampoco tienen un documento que respalde los servicios laborales que ofrecen.
Todo esto, de acuerdo a una encuesta realizada por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), de las Naciones Unidas.
Luis Pástor, gerente general de la investigadora de mercado Advance Consultora, que trabaja desde hace tiempo con la OIM en diferentes estudios, explica que esta situación se da por diversos motivos; entre esos, la irregularidad migratoria. «No todos han accedido a las visas humanitarias», asegura.
Aunque también cree que hay un comportamiento ventajista de ciertas personas «que les dan trabajo y se aprovechan de su situación para mantenerlos de esa manera. Lo peor es que ni siquiera los ayudan a arreglar su problema, porque les conviene».
Cifras de la OIM aseguran que en Ecuador hay alrededor de 380 mil ciudadanos venezolanos; estos representarían el 7 % del total que la Agencia de la ONU para los refugiados calcula en el mundo (5,4 millones de venezolanos).
Apenas el 8 % de los venezolanos que tienen trabajo en Ecuador ganan por encima de 400 dólares al mes, que es el sueldo base en el país. La mayoría (52 %) no pasa de los 200 dólares. «Es difícil, pero al menos es más que los 2 dólares que ganaba en mi país», reconoce Ariel, de 28 años, mesero en un restaurante del sur de Guayaquil. Él envía cerca de 25 dólares semanales a Petare, una de las zonas más deprimidas de Caracas.
De los encuestados por la OIM, el 48 por ciento envía dinero a sus familias en Venezuela. Lo llamativo es que el 54 % usa métodos informales para hacerlo: personas que dan este servicio y cobran una comisión, al igual que amigos o conocidos.
FUENTE: Boletín remitido a REVISTA DE MANABÍ con firma de Anggie Gaona Ripalda, consultora de relaciones públicas.