Sugestivo artículo sobre la gestión controversial del presidente de la República del Ecuador y las acechanzas que sobre él pesan, escrito con el estilo inconfundible de un poeta y prosador empedernido.
Este contenido es parte de REVISTA DE MANABÍ

Por Víctor Arias Aroca *
Lasso llegó al poder con una imagen de hombre serio. Tenía un plan de gobierno corregido y aumentado en dos campañas. Se batió solo contra el poderoso correísmo en la segunda vuelta. Al candidato Arauz se lo metió por el bolsillo y lo sacó por la relojera, en el debate, y eso fue suficiente. Muchos como él han debido aprender la lección de ‘no mientas otra vez’.
Ahora, el elector es de raras agonías. Sufre y hace sufrir. Yo estaba por Yaku, bien clarito. Pero la multitud es un soberano sin memoria. El perdón le es tan natural como la ingratitud. Julios Lazarus ha tenido razón. Sin embargo, el ganador de la elección fue Lasso a quien la multitud le perdonó el pecado de ser un banquero y lo eligió contra viento y marea. De pecadores, músicos y locos, todos tenemos un poco.
Analizado el pensamiento de Lasso, no revela un tipo de extrema derecha como podría ser. Tampoco un hombre de conflictos internos, porque tiene su vida resuelta. Ladrón no es. No se lo ha visto humillar a nadie, que se sepa, ni desprecia a los pobres por ser pobres. Así que me cae bien. De yapa, es medio escritor el man.
El verdadero pecado de Lasso es su gente, su entorno, estructurado por pequeños burgueses, que si bien son inteligentes como Jiménez y experimentados como Iván Correa, carecen de la malicia con que se practica la política ecuatoriana. Por eso naufragaron, no por incapaces ni impreparados. No.
Frente al poder legislativo -que es el verdadero poder, no del Estado pero sí de la política- hay que saber entrar para salir indemne. Es un camino de vidrios en acecho. Los ministros de Gobierno que saben de política, resisten. Y aún los más audaces sucumbieron al dragón legislativo. Carlos Feraud Blum. Enrique Ponce Luque. Se me ocurren. Jiménez se sostuvo, pero la escuela de Harry Potter no alcanzó a graduarlo. Y hubo ministros de corta duración pese a ser gente de prestigio: Jaime Damerval y Mario Canessa.
Pero, bueno, a lo que voy es que la arena movediza está en la Asamblea, que -pese a haber perdido cualidades extraordinarias- tiene el mismo piso de la casa del jabonero; así que allí a veces se fraguan las grandes conspiraciones. Los sediciosos, los llamó Roldós.
De modo que la relación Ejecutivo – Legislativo es fundamental. La Asamblea del pasado era mi favorita. La de Carlos Julio Arosemena, Raúl Baca, Jaime Hurtado, Juan Tama, Juan Manuel Real. Lasso ha resistido dos años de amenazas legislativas. Es un logro. Y el parlamento es un ogro. Lo que viene es más interesante.
Si fue real el fallo popular frente a la consulta, lo único que queda es mejorar la relación con la gente. El nuevo ministro de Gobierno ha entrado en acción y el presidente hizo caso. Ese proceso de conexión con la ciudadanía ya había empezado, lástima que se cayó y lo único cierto es la incertidumbre de su ausencia. Lo quieren echar, sí. Lo quieren obligar a la muerte cruzada, sí.
Bueno, no puedo cerrar sin expresar mi punto de vista sobre la consulta. ¿Saben cuál fue el error fundamental de la consulta? Fue haber llenado de carbón el vagón del ferrocarril, demasiado argumento para una elección tan breve.
La consulta fue una verdadera enciclopedia del saber político y jurídico. No era lo apropiado para una reforma. Se cayeron. El tren se fue al abismo. Los que hicieron eso deben reconocerlo. Pocos leímos las preguntas y nadie lo que estaba en el anexo. Esa consulta iba directo al fracaso. No debato su contenido.
Hasta allí, por ahora. Hasta ver qué pasa con la pierna del presidente.
Ahora, al man se la tenían jurada. Es posible que lo hayan empujado a la consulta. Le querían quebrar la última coxígea. Le hicieron meter la pata. No se sabe a ciencia cierta.
Lo que es verdad es que se cayó. Se fue de bruces contra su propia naturaleza, su propia vida. No andaba caminando muy firme que digamos. Tambaleaba. Se fue de oreja, dicen en mi barrio.
Pero ha podido levantarse. Ha podido pararse y estar listo para una nueva bailada. Un porro. Un joropo, un saltahspa para bailarlo con el Iza.
El man parece inmortal, lo tiran de cabeza y cae de pie, ¡qué buena onda! Así queremos un presidente para Barcelona, un man que no lo quiebre nada. Le tiemblan los pies para dar un paso, pero no le tiembla la mano para echar ministros.
El man se para porque se para, tiene fuelle para largo y les va a hacer amarga la vida todavía a unos cuantos que quieren verlo caído. Mentalmente lo empujaron, quieren verlo fuera del poder, no lo soportan. Les molesta que un niño pobre se haya hecho un niño rico y, de yapa, presidente. Le jugó la película, ya no es culpa, no hay por qué enojarse ni ponerse trompudo.
El man puede sacar a bailar al de bigote y le da palo, van a ver. Tiene sangre manaba ese man: le gusta el baile largo, la salprieta, el maní partido y la pinchagua, ñaño. La mujer es de Rocafuerte, es guapa y dulce como el caimito. Van a ver que es capaz de lanzarse a la reelección. Ya se los dijo, amenazó con hacerse candidato.
No sé si estará loco o turulato, pero muerte cruzada no habrá. El man los tiene amagados hace rato con la muerte cruzada y cada vez que la menciona se arma el corre corre y la Asamblea baja la temperatura y habla de reconciliación y gobernanza. No hay tal muerte cruzada, es un fantasma, igual que el fantasma que asustaba a Abdalá en sus noches tenebrosas en Carondelet.
Pero a Lasso no lo asusta nada, ni siquiera quedar como Barbarroja. Van a ver, aunque sea con su pata de palo llegará, sí llegará. El man va para alcalde de Guayaquil. Ya lo verán.
* Víctor Arias Aroca es doctor en Jurisprudencia. Diplomado en Derecho Constitucional por la Universidad Pública de El Alto – UPEA (Bolivia), y por el Instituto Latinoamericano de Investigación y Capacitación Jurídica – Latin Iuris (México). Su e-mail: corporacionarias@gmail.com