Samantha Jijón Gagliardo*

Asistir al conversatorio con la artista guayaquileña Diana Gardeneira (ganadora del Salón de Julio con su obra «Cojuda, acepta mi halago») organizado por «Iniciativas Culturales Guayaquil», que para el efecto reunió a hombres y mujeres en el Museo Municipal de esta ciudad, me hizo pensar que el arte tiene fuertes mensajes que nuestra sociedad necesita recibir de alguna manera y que las instituciones educativas deberían aprovechar para enseñar a las nuevas generaciones.

La obra es un llamado de atención sobre la violencia de género y el acoso callejero que viven las mujeres. El nombre nació por una encuesta que la artista realizó hace algunos años, cuando de forma anónima varias mujeres víctimas de acoso en la calle expresaron todos los insultos que habían recibido por parte de los hombres.

La creación de Diana está hecha con pintura digital y acrílica, con telas de tapizar muebles, vestidos, manteles y cortinas. Los colores que escogió son los que más le llamaron la atención, cambiando cada uno al igual que una mujer combina su ropa. 

«Cojuda, acepta mi halago» es esa armadura de ropas que, por más gruesa que sea y cubra a la mujer de pies a cabeza, no la libra del acoso varonil. ¿Por qué creen que el problema radica en la ropa y no en el machismo?

Todos somos conscientes (o la gran mayoría) que la educación en el hogar es clave; y si en las escuelas y colegios formaran espacios en donde se hable de estos temas importantes, una mejor generación se estaría formando y el acoso y la violencia contra la mujer disminuiría. Muchas acciones se cree que son normales en un hogar; que los insultos no son agresiones y que los maltratos físicos forman parte de la vida familiar. Sí, suena loco, pero hay personas que creen que esto es normal y es un patrón que se sigue repitiendo generación tras generación, teniendo como resultado una sociedad machista que se refleja en las calles.

Desde mi punto de vista hay tantas cosas que el arte nos enseña. Aunque en Guayaquil no se viva la cultura como en otras ciudades de Ecuador, esto puede cambiar con el tiempo y con la importancia que le pongan las autoridades correspondientes, dando el apoyo y el valor necesario a todos los artistas que día a día trabajan para sacar a delante el arte guayaquileño.

El mensaje de Diana es una semilla para construir otra mejor sociedad, y todos deberían conocer a esta artista, no solo por ser la 6ta mujer en ganar el Salón de Julio en 60 años, que nos demuestra que aún no hay igualdad (Y sí, en Guayaquil hay muchas mujeres artistas). Una obra feminista que dice ¡Ya basta! Que invita a hombres y mujeres a reaccionar, porque la violencia de género no es algo normal. 

¿Se imaginan lo enriquecedor que sería para los jóvenes si tuvieran espacios de conversatorios en sus colegios, para hablar con expertos, de varios temas sociales?

El arte nos puede enseñar a sentirnos orgullosos de nuestras raíces, a luchar por la igualdad de derechos, etc. No se trata de pisotear a nadie, se trata de vivir en una sociedad donde haya libertad y respeto. El arte nos puede enseñar a ser mejores, más de lo que creemos. 

* Cofundadora de Tecnologic Site, agencia de Marketing Digital. Perfil en Twitter: @SamiGagli
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