La enfermedad renal crónica requiere terapia de diálisis tres veces por semana, lo que conlleva la necesidad de un servicio ininterrumpido a los pacientes, incluso durante la cuarentena o habiendo sido diagnosticados con COVID-19.
Según datos del MSP (Ministerio de Salud Pública) del Ecuador, se estima que existen alrededor de 17.000 pacientes con insuficiencia renal, que se encuentran en tratamiento sustitutivo renal, hemodiálisis o peritoneal.
Los pacientes que realizan sus tratamientos en algún Centro Especializado de Diálisis corren mucho riesgo desde el punto de vista sanitario, por ser inmunocomprometidos y padecer otras enfermedades asociadas, además de la renal, como puede ser diabetes o hipertensión arterial; y, además, por el riesgo que representa realizar su tratamiento en un sitio cerrado y con alta probabilidad de contagio, aparte de exponerse a los riesgos en el traslado desde sus domicilios hasta el lugar donde reciben dicho tratamiento.

Para contribuir a minimizar esos riesgos, en Ecuador hay empresas privadas que proveen el servicio especializado de diálisis con estándares aprobados internacionalmente. Es el caso de Fresenius Medical Care, que desde el inicio de la pandemia y pese a todas las restricciones protectoras que se han establecido en el país, brinda de forma ininterrumpida su tratamiento integral, manejando medidas de bioseguridad muy estrictas para salvaguardar la vida de los pacientes y del personal de primera línea que se encuentra en la atención directa.
El tratamiento de hemodiálisis no puede ser suspendido por efectos de la pandemia, pues pondría en riesgo la vida de los pacientes de esta patología, que deben recibir tres terapias a la semana.
El manejo de pacientes dialíticos frente a la COVID-19
Las medidas son las mismas que para la población en general: uso constante de la mascarilla, distanciamiento social y la higiene continua de las manos; sin embargo, debido a su condición clínica, estas medidas deben extremarse y eso lleva a mantener una educación de bioseguridad regular, tanto con los pacientes cuanto con sus respectivos familiares.

Todos los pacientes deben pasar por una evaluación previa antes de su ingreso a la sala de diálisis, conocida como Triaje, donde se determina si existe una sospecha o no de contagio por COVID-19. Se insta a los pacientes a que notifiquen vía telefónica si tienen algún síntoma sugestivo de la enfermedad viral, para recibir orientación de cómo proceder.
En estos casos la programación del tratamiento se hace en un horario donde el contacto con los demás pacientes sea nulo y se lo ubica en un puesto estratégico para el manejo de pacientes con esta patología.
En sí, no se interrumpe el tratamiento en los centros, salvo que el paciente presente síntomas que ameriten que sea internado de forma inmediata y en ese caso el paciente continuará el tratamiento en el hospital de referencia donde sea aislado.
FUENTE: Fresenius Medical Care (Quito, Ecuador), mediante boletín y fotos con firma de su asesora de comunicación pública, Anggie Gaona Ripalda, quien los remitió a REVISTA DE MANABÍ.