“(…) es allí donde la acción pública de la municipalidad debe suscitar a la acción privada, aquella que quiere manifestarse en las iniciativas de ciudadanos comprometidos con aportar y sumar a un mejor vivir en la urbe.”

Por Vladimir Zambrano G.*
Fue solo un mensaje en Twitter y una llamada por celular lo que nos permitió encontrarnos con Karla y Wendy en el “Punto de Lectura”, en los exteriores del Mall del Pacífico. Una iniciativa ciudadana que generaron ellas, dos hermanas, una arquitecta y otra economista, a través de Baruconsourcing, su compañía consultora que estudia a la ciudad de Manta y las oportunidades de construir un modelo sostenible de desarrollo económico, social y ambiental en el cantón, donde promueven las prácticas del adecuado reciclaje y la recuperación del uso de los espacios públicos.
Respondí a un llamado a llevar libros al sitio. Allí, una refrigeradora reciclada de 7 pies cúbicos es ahora un librero que alimenta con letras a los deseosos por la lectura al paso. Y al estar allí en las bancas hojeando los libros que se ofrecen al público, al aire libre en las afueras del centro comercial, recordé cuando acompañaba a mi madre a las compras en el mercado en pleno corazón comercial de Tarqui.
Bajábamos del bus en la esquina del Alikán y empezábamos a caminar con el canasto de compras alrededor de una cuadra para ir escogiendo las verduras, legumbres y frutas que habrían de caber en la refrigeradora de casa. Mi madre negociaba con los vendedores apostados en las aceras y en sus cubículos, mientras yo la escuchaba y miraba con apuro que avanzara más en el trayecto. Esperaba llegar al final del recorrido, donde me encontraba con mi punto de lectura semanal: el puesto de alquiler de revistas en la esquina de la Calle 103 y la Av. 108, junto a un almacén de venta de espejos y vidrios. Allí mi madre me dejaba al cuidado de la canasta llena de todo, mientras ella avanzaba a la tercena y yo la aguardaba con toda la paciencia del mundo mientras leía las ansiadas revistas, tebeos, caricaturas e historietas que semanalmente aparecían en su esperado capítulo, donde el superhéroe, el villano y la aventura colmaban mi mente y mis pensamientos de niño y adolescente. No importaba el ruido o los gritos de los vendedores alrededor del nutrido comercio de la plaza. Era un viaje fantástico de cada sábado. Era el placer de leer.

El “Punto de Lectura” que establecieron las hermanas Barcia Ruiz me hizo pensar que hay una ciudad que debe seguir teniendo esquinas y sitios para la vida a pie. Lugares con sombra y luz, con ajardinamiento, para quedarse detenido un buen tiempo, mientras la ciudad sigue. Lugares que brinden la oportunidad de sentarnos en ambientes agradables a hojear algo y experimentar a la ciudad que vibra y se mueve mientras vivimos la quietud de la lectura. La regeneración urbana debe mirar que sobre su infraestructura transitan vehículos, circulan bicicletas y, principalmente, se mueven personas a pie. La vida propia se la vive a pie en la ciudad.
Después del terremoto, los espacios de las plazas y mercados comunitarios han brotado en los diversos barrios de Manta, y estos conviven ahora con los supermercados modernos en la ciudad. Puntos de lectura allí y allá son espacios que deben volver, y es allí donde la acción pública de la municipalidad debe suscitar a la acción privada, aquella que quiere manifestarse en las iniciativas de ciudadanos comprometidos con aportar y sumar a un mejor vivir en la urbe. Gracias Karla y Wendy por poner su enorme granito de arena; anhelamos que pronto sea una gran multitud.
* Vladimir Zambrano G. es empresario privado con formación académica de tercer nivel (licenciado), gestor cultural y articulista de opinión. vladichzg@hotmail.com