Ad portas del primer centenario cantonal, creo que existen jóvenes con sensibilidad social que buscan espacios para apostar por el futuro de la ciudad.
Por David Ramírez*
En Twitter: davidramirezPO
Llovía copiosamente aquel amanecer del viernes 25 de febrero en Manta. Había convenido con Vladimir Zambrano que, en medio de mi fugaz visita a la ciudad, buscaría un momento para coincidir con los miembros del colectivo Ciudadanos Comprometidos, Marco Velásquez Cornejo y Mario Arauz Chávez, con quienes — de forma virtual — he mantenido en los últimos meses un intenso intercambio de puntos de vista sobre el futuro de nuestra querida urbe.
El punto de encuentro fue a la altura de Manta Beach y el desafío fue caminar hasta San Mateo y, en el camino, continuar nuestras conversaciones sobre el entrabado proceso de delegación del Aeropuerto Eloy Alfaro —a mi criterio, el más crucial de los temas del momento para impulsar el desarrollo regional—, la recurrente crisis de contaminación, el desabastecimiento de agua y la inseguridad ciudadana. Fue inevitable arrancar la movida plática con Ucrania. El día anterior, Rusia había empezado su intervención militar en ese país.
Y así, sorteando charcos y pequeños tramos de lodo acumulado sobre el pavimento, fuimos avanzando sobre el borde del acantilado, bajo el eco del retumbar de las olas y, de fondo, la inmensidad del mar.
Terminó de aclarar la mañana, la lluvia amainaba un poco y la conversación fue tan amena que, sin apenas darnos cuenta, habíamos arribado a San Mateo.

El retorno tuvo la misma tónica. Ya habíamos entrado en calor, pero no solo por el esfuerzo de la caminata, sino por lo candente de los temas que abordábamos y el entusiasmo que ponía cada cual en defender su noción sobre la problemática de Manta…
Al final, más que un ejercicio físico, el encuentro fue un ensayo de compenetración, de compartir puntos de coincidencias, de armonizar ideas que evidenciaron que, aunque tengamos percepciones diferentes, la perspectiva sobre las metas para el desarrollo de la ciudad converge para confirmar que estamos en la ruta correcta.
En efecto, fueron 12 kilómetros de charla distendida, sin cortapisas -demasiado franca, diría yo- que ratifica que en Manta es posible reunir voluntades imbuidas de transparencia y dispuestas a dar su aporte cívico para impulsar iniciativas de bien común. Creo en firme que hay condiciones, existen jóvenes profesionales con visión y, sobre todo, con mística y sensibilidad social; que buscan espacios para apostar con propuestas bien estructuradas y con planificación, por el futuro de Manta.
* David Ramírez, periodista manabita que reside en Nueva York, Estados Unidos de Norteamérica, escribe con frecuencia para el conocimiento de quienes leen REVISTA DE MANABÍ.
100 años de Manta (1922 – 2022).