“Un buen perfil para nuevo ministro de Agricultura es que conozca la realidad del agro, haya tenido trayectoria en la función pública, trayectoria en gremios de producción agropecuaria, y que tenga la humildad de acercarse a las organizaciones para trabajar en conjunto.”
Escrito por Pedro Pablo Jijón Ochoa *
El sector agropecuario del Ecuador ha tenido años críticos e inciertos: los productores agropecuarios sumidos en esclavitud financiera y productiva, la agroindustria asociativa detenida. Se percibe en el campo un retroceso de todo lo logrado en la lucha de las organizaciones agropecuarias por el bienestar de su sector.
El 25 de mayo del 2021, en el agro se despertó una gran expectativa por el plan de trabajo para nuestro sector, ofrecido por el entrante Gobierno del presidente Guillermo Lasso Mendoza. El plan contemplaba agradables e interesantes propuestas, de las que se beneficiaría todo el sector agropecuario. Una verdadera propuesta social y productiva, basada en respeto a los precios mínimos de sustentación (PMS), seguridad, créditos, tecnología… Se aseguró elevar productividad y rentabilidad para el pequeño productor. Todas promesas de campaña que aún no vemos cumplidas.
Ya vamos por dos ministros de Agricultura, en diez meses del actual gobierno, puestos por el mismo presidente de la República mediante decreto ejecutivo. La primera solo se ocupó de reuniones con diferentes sectores y en corto tiempo fue relevada por un segundo ministro.

El actual ministro de Agricultura, con títulos académicos importantes, hasta ahora ha logrado funcionar como operador político y no como el líder principal de tan importante cartera de Estado, dividiendo al sector agropecuario con clientelismos, regalando cada Dirección Provincial de su ministerio; sin plan nacional de comercialización, sin estrategia de absorción de cosechas, sin controles de frontera para evitar el contrabando de materias primas agrícolas, sin soluciones para contrarrestar los altos costos de insumos.
En el corazón de la Cuenca Baja del Guayas, sector arrocero y ganadero por antonomasia, se iniciaron reuniones de trabajo, levantamiento de propuestas, acercamientos a las autoridades del organismo rector de la producción agropecuaria del país, viajes a la capital de la República para cumplir con agendas de trabajo cambiadas a última hora por asesores ministeriales, exposiciones en el pleno de la Asamblea legislativa.
Luego de paciente espera por respuestas, combativos líderes montubios iniciaron protestas pacíficas en las vías urbanas y carreteras de la Costa, llegando algunos de ellos a ser violentamente agredidos por la Fuerza Pública y encarcelados, por el simple hecho de expresar su descontento por la quiebra de su actividad económica. Lucha que denominé “La Revolución del Arroz”.
De manera increíble, los que proveen de alimentos a las ciudades, materias primas para la industria, productos de exportación, generación de puestos de trabajo, aceleración de la economía, activación del comercio, participación en Producto Interno Bruto (PIB), han sido relegados, minimizados y reprimidos brutalmente en estos diez últimos meses.
En vista de la crisis del sector, he venido sugiriendo cambio de ministro de Agricultura y de todo su equipo de trabajo, procurando asignar un funcionario nuevo cuyas primeras acciones sean encaminadas a crear la nueva Unidad Nacional de Almacenamiento, para regular precios de cosechas e importar insumos y repuestos agrícolas a bajos costos; apoyar y pedir a la Asamblea Nacional la extinción de deudas del sector con la Banca Pública; reordenamiento de un cuerpo legal o Ley Agraria; agresivo plan de comercialización de productos agropecuarios; aplicación de normas de Comercio Justo entre organizaciones; impulsar el agroturismo; reactivar la agroindustria asociativa para que las organizaciones se vuelvan exportadoras y proveedoras de servicios; para así elevar el standard económico de los productores y por ende el del país.
Un buen perfil para nuevo ministro de Agricultura es que conozca la realidad del agro, haya tenido trayectoria en la función pública, trayectoria en gremios de producción agropecuaria, y que tenga la humildad de acercarse a las organizaciones para trabajar en conjunto. Y lo más importante, que sepa combatir esa plaga que son los pseudo dirigentes extorsionadores, que son el peor mal del agro nacional.
Sin campesinos no hay revolución.
* Pedro Pablo Jijón Ochoa reside en Guayaquil, Ecuador. Es ingeniero comercial y director ejecutivo de ASESORAP (Asesoría a Organizaciones Agrícolas Productivas): asesorapecuador@gmail.com.
100 años de Manta (1922 – 2022).
Hace falta que el ejecutivo declare a todo el sector agrario en emergencia tome cartas en el asunto y extinga todas esas deudas impagables por múltiples factores exógenos como el PC en Esmeraldas , la sequías s en Manabi , las inundaciones en los ríos , erupciones volcánicas en la cerrania , terremotos pandemia, costos de producción no acordes con la realidad en que vivimos , préstamos con intereses trimestrales cuando una plantación de palma comienza a producir a los 5 años para pagar un préstamo , todos estos factores exógenos permiten a que estas deudas sean extinguidas
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