El destacado jurista y comunicador Víctor Arias Aroca, nativo y residente en la ciudad de Manta (Ecuador), ha superado la crisis cardíaca que lo aquejó en la madrugada del 6 de junio en curso y se halla reponiéndose en su casa. El artículo siguiente reconoce la prolijidad médica para lograr el “milagro de la vida”.

David Ramírez*
La ciencia médica ha hecho lo suyo y, en la mayoría de los casos, es responsable de extender la existencia a nuestros seres queridos. Acaba de ocurrir y hay que ser reconocidos: de no ser por la experticia de los doctores, Víctor Arias no estaría más entre nosotros.
Los médicos son esos seres iluminados y audaces que se adentran en los más intrincados confines de un órgano —en este caso el corazón de Víctor— para con la destreza de sus manos y amparados por la más alta tecnología, localizar el área obstruida de las arterias coronarias, desbloquearlas y dejarlas expeditas para volver a bombear sangre con normalidad.
REVISTA DE MANABÍ, expuesta al mundo desde Manta, Ecuador.
Víctor fue sometido a una angioplastia, un procedimiento para abrir los vasos sanguíneos estrechos o bloqueados que suministran sangre al corazón, lo cual luego se complementó con la colocación de un stent, un pequeño tubo de malla de metal que se expande dentro de la arteria e impide que se vuelva a cerrar.
Los cardiólogos hablan de esta cirugía con la misma facilidad que un plomero describe cómo destapa un desagüe; y, aunque suene parecido, son procesos no comparables, abismalmente distintos. Recuperar a un paciente infartado, volverlo a la vida, transformar su corazón débil en uno vigoroso, motor que genere otra oportunidad de vida, siempre será una proeza más cercana al milagro.

Ahora me asaltan otras preguntas: ¿Tienen los poetas un corazón distinto al de otros mortales? ¿Más sensible quizá, más impetuoso al latir; o acaso más proclive a un infarto ante emociones fuertes? Solo así se explica que tras marchar al compás de la banda de guerra, arengando para que el Gobierno cumpla con la construcción del Cinco de Junio, y en el marco de conmemoración de la Revolución Liberal, su corazón de poeta casi lo traicione.
Nuestro hermano Víctor Arias fue intervenido por el doctor Gustavo Hidalgo, bajo la supervisión del doctor Miguel Machuca, profesional —cardiólogo y propietario de la clínica de especialidades CARDIOCENTRO — quien desde el primer momento puso su contingente profesional para atenderlo.
Arias fue dado de alta. Ha vuelto junto a los suyos y le esperan varias semanas de recuperación. Nos alegramos por ello.
¡Mil gracias estimado Miguel!
* David Ramírez, periodista ecuatoriano de la provincia de Manabí, reside en Nueva York desde donde remite sus artículos periodísticos para ser publicados en REVISTA DE MANABÍ.
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