En las campañas preelectorales abundan las ofertas, regalos y promesas hechas por candidatas y candidatos en su afán de ganarse unos cuantos votos. Pero es bien sabido que, en general, la mayoría de tales ofrecimientos y compromisos no llegan a cumplirse ganada la elección, porque sencillamente son irrealizables.
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Lo peor de aquellas ofertas engañosas es que, obtenido el triunfo, quienes las hicieron terminan olvidándolas y hasta niegan haberlas hecho. Más grave aún, ya en las alturas del poder marginan a sus votantes y les tratan con indiferencia y desprecio. Y, para recuperar lo gastado en regalos, recurren a la corrupción: sobreprecios en compras de suministros y contratación de obras, coimas o sobornos en los trámites que hacen los usuarios, y otros actos más oscuros y sofisticados o complicados, con lo cual pierde toda la población.
Las personas electoras, antes de favorecer con su voto a la candidata o el candidato, harían bien tratar de conocer la vida pasada de ella o él; cómo ha sido su comportamiento social y profesional; si cumple o no su palabra; si está libre de actos reñidos con las buenas costumbres y las leyes; si lleva un estilo de vida decente y digno. En pocas palabras, si es plenamente confiable.
Hay un engaño bastante recurrido y muy repudiable. Proviene de quienes, hallándose en el ejercicio de un mandato popular, ansían que les reelijan. Si acaso han puesto en marcha o tienen como proyecto una obra o un servicio muy esperado por sus mandantes, pregonan que esto se acabará si no les reeligen. Lo que es falso, porque toda obra pública bien planificada, aprobada y financiada debe seguir su curso hasta el final, sea quien sea la persona que el pueblo elija para el nuevo periodo de gestión.
Otro engaño recurrente es ofrecer, sin ninguna precisión, obras y servicios fantasiosos. Es oportuno recordar que todas las instituciones u organismos del Estado se rigen por la Constitución de la República y las leyes secundarias pertinentes, más los reglamentos que corresponden. De modo que, para llevar adelante cualquier servicio u obra, es indispensable hacerlo dentro de ese marco normativo, con todas las limitaciones que tal procedimiento conlleva.
Y en cuanto a las preguntas del Referéndum planteado por el presidente Guillermo Lasso Mendoza, piénselo muy bien antes de rayar en el casillero del NO o del SÍ. Al cuestionario le falta claridad, y una respuesta incorrecta podría llevar a que la vida ecuatoriana sea más enredada.
Así que no coma cuentos ni se deje sorprender por discursos fanfarrones y regalos de conveniencia. Elija a quienes verdaderamente merecen su aprecio y confianza.
Editorial de REVISTA DE MANABÍ.