Joselías Sánchez Ramos. / sjoselias@gmail.com / 2019-02-14

HOLA AMIGOS. El Ceibo es el árbol patrimonial de Manabí. En Manta es un árbol ciudadano. En la Plazoleta Azua es el “ceibo del amor y la amistad”.

18 AÑOS

Jacqueline de Munizaga, su progenitora, ha convocado a los mantenses para celebrar el cumpleaños 18 de este “ceibito del amor y la amistad”. Así lo llama,  desde el 14 de febrero del 2011 cuando lo sembró en la Plazoleta Azúa. Ella y otros ciudadanos, hombres y mujeres, lo han regado y cuidado para que crezca hermoso y corpulento frente al Palacio Municipal, al pie del Palacio de Justicia, a un costado del Museo Cancebí.

Una de las damas que con amor y entusiasmo acompañó su siembra fue la Sra. Elvira Cedeño de Zambrano quien ha dedicado su vida a la cultura del árbol. Ella lo ha visto crecer y es hoy un orgulloso símbolo verde de la ciudad, un corpulento árbol que desafía al espacio.

Otro ciudadano que merece aplausos es don Luis Arturo Erazo Guamán, respetable vendedor de periódicos y revistas quien, orgullosamente dice: “El ceibo me protege, yo lo protejo. Conmigo creció. Lo he regado desde que era pequeño y lo he cuidado con amor y paciencia. Mientras crecía tomaba sus ramas, las ataba a los costados para que crezca recto. Ya está enorme. Nadie me dio esta responsabilidad. La asumí voluntariamente porque yo amo la vida, amo a la naturaleza como ella me ama a mí.”

Aún recuerdo las palabras de Julio Antonio Alarcón Cevallos, quien siempre, junto a sus amigos se reunía bajo el árbol: “Cuando lo sembraron hubo muchos curiosos. Algunos asumimos el papel de padrinos para cuidar su crecimiento. Yo soy uno de ellos. Lo vi sembrar. Lo he visto crecer”.

JACQUELINE DE MUNIZAGA

¡Qué gran mujer! Su vida está comprometida con la cultura, con el arte y los derechos de la naturaleza. Llega a Manta como asesora cultural del Banco Central que funcionaba en el hoy Palacio de Justicia; su oficina miraba a la Plazoleta. Luego dirige el Museo Municipal con las enormes figuras del adoratorio aborigen de Los Esteros; su despacho, en el tercer piso del Palacio Municipal, estaba frente a la Plazoleta Azua. Hasta mediados del 2014 dirige el Museo Etnográfico Cancebí, ubicado al costado derecho de la misma Plazoleta. En este entorno siembra y crece su “ceibito del amor y la amistad” Curiosa coincidencia. Para ella, el respeto y reconocimiento de los mantenses.

A nadie se le había ocurrido sembrar un ceibo en un parque de la ciudad. Solo a Jacqueline de Munizaga. Su iniciativa es fortalecer la cultura del árbol y el buen vivir. Quien mejor que el árbol para preservar la vida humana. Este mensaje lo trasmite en sus “plumillas” y en sus libros.

EL ÁRBOL CUENTA

El ceibo de la Plazoleta Azua, ya es “árbol ciudadano” con todos los derechos que le concede la Constitución de la República del Ecuador.  Cuando uno se para bajo su follaje, con el susurro del viento cuenta su historia.

Obra pictórica del artista José Loor, Manta-

“Mi semilla fue recogida al pie de mi padre ceibo, allá por el Higuerón. Con todos los cuidados nací y fui trasplantado en la Plazoleta Azua el 14 de febrero del 2001, al pie del Palacio de Justicia de Manta”.

“Yo era el único ceibito en el perímetro urbano de la ciudad, y como era tan pequeñito, la gente casi ni me tomaban en cuenta. Yo ofrecí que algún día brindaría mi fresca sombra y también la belleza de mi verde follaje, para formar parte del ornato de mi ciudad”.

“Ya he crecido, tengo 18 años, me he convertido en un árbol ciudadano, robusto y corpulento, gracias al amor y respeto que todos me han brindado. Acompañen a mi mamá Jacqueline quien me festeja todos los años.” 

ARBOL PATRIMONIAL

El 27 de abril del 2015, el Gobierno provincial declaró al ceibo como “Árbol patrimonio natural y símbolo de la identidad cultural de Manabí”.  Es el árbol de nuestra provincia que sigue enhiesto protegiendo el bosque seco, hábitat de aves, refugio de pequeños animales, fuente de trabajo para muchos que recogen la miel de los panales de las abejas que circundan las flores del ceibo o de quienes con su lana preparan múltiples artesanías como colchones y almohadas.

El Ceibo está vinculado con nuestras culturas ancestrales. Los artesanos de la Cultura Manteña tejían las mantas y las telas con las cuales ejercieron el comercio global a lo largo de la cuenca del Pacífico americano.

Cuando Francisco Pizarro se encontró con Atahualpa en Cajamarca, Perú, le sorprendió la finura del tejido de la manta con que se cubría. Era una manta manteña según cuentan los cronistas y afirmara el intérprete de Pizarro quien era un nativo manteño que había capturado Bartolomé Ruiz.

Siendo un árbol emblemático de esta región provincial se lo debe preservar y cuidar porque sus bosques están siendo devastados por las nuevas urbanizaciones que se levantan, sobre todo, en el territorio de la mancomunidad del Pacífico: Manta, Jaramijó y Montecristi.

Los ceibos están a su lado, vigilantes silenciosos de los tiempos, configurando el viento, el alma, la soledad, el placer y la vida en las sabanas manabitas.

INSPIRACIÓN

Los ceibos que crecen en nuestros campos con sus múltiples y peculiares formas sirven de inspiración a poetas, pintores, fotógrafos y a la sabiduría popular. Cuando usted viaja de Tosagua a Rocafuerte observa un ceibo muy particular con formas de mujer. Los publicistas de Industrias Ales han colocado allí un letrero que dice: “Producto de calidad”

Ivo Uquillas y José Loor, escultores y pintores, tienen cuadros donde retratan al ceibo en todo su esplendor.

El maestro pintor José H. Pozo Tobar es un enamorado del ceibo. El pintor Alberto Santoro Williams, expositor en el Museo Cancebí, presentó en sus cuadros la maravillosa paradoja de la naturaleza. Líder García, arquitecto y fotógrafo, quien, desde Europa ha regresado a Manabí y nos invita a su exposición en el Museo Histórico de Portoviejo, es otro artisto que ha logrado sintetizar la cosmogonía del ceibo a través del lenguaje de sus ramas.

ÁRBOL HERMANO

Ningún lugar está lejos cuando tienes un árbol. Siempre habrá un abrazo y un suspiro, una lágrima y una sonrisa, siempre habrá una palabra en silencio que brota de tu mismo silencio.

Gabriela Mistral lo llama: “Árbol hermano, que clavado / por garfios pardos en el suelo, / la clara frente has elevado / en una intensa sed de cielo; / Árbol que no eres otra cosa / que dulce entraña de mujer, / pues cada rama mece airosa / en cada leve nido un ser.” 

En su caminar el poeta Antonio Machado lo mira y exclama: “buen árbol, quizá pronto te recuerde, cuando brote en mi vida una esperanza que se parezca un poco a tu hoja verde”…

Daniel Adrián Madeiro, le dice a su “Árbol, estoy aquí”. “Te contaré algo que no le he contado a otros, solos aquí, tu y yo, quedará esto entre nosotros: Vendré a beberme tu sombra cuando se cierren mis ojos.”

“El árbol, es el árbol de los libres, árbol tierra, árbol nube, árbol pan, árbol flecha, árbol puño, árbol fuego”, sentencia Pablo Neruda.

El árbol es un hermano clavado en el suelo mientras sus ramas se elevan al cielo.

ÁRBOL COMPAÑERO

El ceibo podría ser su árbol compañero. Hágalo su familia. Siémbrelo en su patio.

Los entendidos señalan que es un árbol de rápido crecimiento, cultivo ornamental y madera liviana, muy apto para jardines donde se lo siembra solo, dejándole un espacio de cuatro metros de lado por lo menos, dada la altura que alcanzará en sus 140 años de vida y en los dos metros de grosor de su tronco. También lo puede podar para mantenerlo pequeño si su patio es reducido.

Recuerde. Un solo árbol puede dar sentido a un bosque, a un pueblo, a una persona. El ceibo es su árbol. (Joselías, 2019-02-14)

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