El fundador del complejo empresarial privado más grande de la provincia de Manabí, La Fabril, ha fallecido hoy en la ciudad de Guayaquil. Carlos González-Artigas Díaz había nacido en Quito, la capital del Ecuador, pero desde muy joven se estableció en la ciudad de Manta junto a sus padres y hermanos. En los últimos años residió en una mansión que construyó para él en un espacio exclusivo en las afueras de la ciudad de Montecristi, en cuyo territorio cantonal está situada la planta fabril. Junto a esa residencia está el Montecristi & Golf Club, también fundado por el empresario.
Durante una entrevista que concedió en junio del 2006 a la Revista LA GENTE de Manabí, González recordó: “Empecé en este negocio a los 19 años, con 23 empleados. Y ahora toda mi organización tiene 3.400 empleados directos, pero indirectamente da trabajo a muchísimos más.”
Relató que “(…) me inicié arrendando la INALCA (Industria del Algodón, C.A.), que fue de mi padre. Quedaba ahí en Tarqui. Lamentablemente a mi padre le fue mal en los negocios y ésta llegó a parar en manos del Seguro. Yo le arrendé al Seguro; empecé como desmotadora de algodón, y como no tenía a quien vender las semillas, se me ocurrió extraer aceite de algodón. Hasta que un día, estando en Piura, Perú, tuve la oportunidad de comprar una planta pequeña, nueva. La desarmé y la traje acá al Ecuador y empecé a hacer aceites vegetales. A raíz de eso más tarde compré una desmotadora grande de segunda mano, que la monté también aquí.”
Para satisfacer la demanda de materia prima de La Fabril, González fue creando, a lo largo del tiempo, algunas empresas proveedoras, principalmente de aceite de palma, con grandes extensiones de terreno en Quevedo y San Lorenzo. Montó una planta hidroeléctrica para generar su propia electricidad.

Esa es, en síntesis, la historia de La Fabril, agroindustria que en 2006 facturaba 20 millones de dólares mensuales y hoy es un gigante que cotiza en Bolsa y fabrica una gran cantidad de productos comestibles, y los de aseo y cuidado personal que llevan las marcas de la multinacional Unilever.
Don Carlos, su fundador y presidente ejecutivo del Directorio, era una persona afable, sociable, pero “apolítico”, como él decía para desmarcarse de las ideologías y los partidismos. Le gustaba fumar en pipa y conducir autos de gran estilo. Tuvo valiosas iniciativas sociales, como el establecimiento de la Clínica Manta, la Unidad Educativa Particular Manabí y el Umiña Tenis Club. Fue el primer presidente del Directorio del Hotel Oro Verde de Manta.
Pese a su apoliticidad, respaldó con recursos a varios políticos que tocaron a su puerta en busca de apoyo para sus respectivas campañas preelectorales.
REVISTA DE MANABÍ expresa sus condolencias a todos los miembros de su distinguida familia, así como a los accionistas, directivos, ejecutivos y a todo el personal que sirve en las diversas empresas e instituciones de servicio creadas durante su vida por el empresario fallecido.