A veces las cosas no son lo que parecen a simple vista. En algunas de ellas suele haber un potencial inexplorado de utilidad o estética beneficioso para las necesidades o aspiraciones del ser humano. Pero con frecuencia ignoramos esas posibilidades, fijándonos en la apariencia externa y sin detenernos a examinar de qué manera podríamos obtener provecho.
Esa actitud desentendida, a ratos despreciativa, era la que por mucho tiempo tuvieron los moradores del Barrio 5 de Agosto, en la ciudad de Manta (Ecuador), con respecto a un barranco que lo bordea y que, a priori, les impedía conectarse a la Vía Interbarrial que les comunica con el resto de la urbe. Veían el barranco y solo acudían a él para llenarlo de basuras y escombros.
Así han pasado numerosos años, con dificultades para tomar o dejar la Vía Interbarrial, y mirando con desprecio el barranco de la vergüenza, usado solo como basurero público.
Hace poco, hastiados de esa “afrenta social” y de las incomodidades para movilizarse desde el barrio o hacia él, los moradores acudieron al Gobierno municipal de Manta para solicitarle que intervenga y solucione los dos problemas.
Personal municipal experimentado en estos asuntos inspeccionó el lugar, evaluó la situación, y de ahí surgió la idea de aprovechar el desmerecido barranco para construir una gran escalera pública, con lo cual se matarían “dos pájaros con un solo tiro”.

El proyecto de obra se incluyó en el Plan Operativo Anual (POA) municipal y la construcción está en marcha y a punto de culminar. Los moradores del Barrio 5 de Agosto ahora miran el barranco con otra visión y hasta se animan a elogiar los beneficios que, gracias a él, sacarán de la escalera día a día.
“Ahora podremos acceder a la parada de buses con mayor facilidad. Será de mucha utilidad para los vecinos”,
relata María Solórzano, uno de los moradores.
La escalera tiene unos 7 metros de alto y conectará al Barrio 5 de Agosto con la Vía Interbarrial.
Solórzano afirma que antes de esta obra existía un camino de tierra y piedras. “Bajar por esa loma era muy peligroso. Había quienes se caían y lastimaban”, recuerda.
Por su parte, Verónica Álava dice sentirse complacida por la escalera.
“Hay muchas personas de la tercera edad -por ejemplo, mi mamá- que también tenían que bajar por esa loma horrible. Ahora todo será más fácil”.
Verónica Älava.
Dentro del área de intervención (180 m2) se ha realizado la colocación de piedra bola para protección del talud. Mientras que en la parte alta se construyó una explanada peatonal de transición, con piso de hormigón de 10 centímetros de espesor.
La obra contempla la colocación de barandas de protección en el borde del barranco, instalación de 10 luminarias eléctricas, 6 bancas y pintura de diversos tramos.