A raíz de que el Gobierno ecuatoriano decretara el estado de emergencia sanitaria, en marzo, para enfrentar la pandemia del coronavirus SARS-CoV-2 y la enfermedad COVID-19 que provoca en los humanos, las playas marinas del Cantón Manta quedaron sin público y en soledad han podido regenerarse para lucir todo su encanto natural.

Hoy se ven cubiertas de un suave manto de arena finísima, con la que el soplo constante del viento juega, dándole formas caprichosas pero magníficas, como lo haría un artista pictórico sobre un lienzo en blanco.

En los últimos días, después del 22 de julio (fecha que había sido fijada para levantar la veda), son patrulladas por miembros de la Policía Nacional y de las Fuerzas Armadas a fin de mantener alejado al público. El Comité de Operaciones de Emergencia (COE) nacional postergó hasta el 5 de agosto el levantamiento de la veda.

Así que por el momento no hay público (masa) en las playas, pero sí el personal de seguridad, uno que otro deportista o bañista furtivos, y los trabajadores de la pesca en los lugares acostumbrados. Unas cuantas personas van ocasionalmente hasta la orilla, donde se hallan los restaurantes, que sí están autorizados a laborar aplicando el protocolo de bioseguridad correspondiente.

El COE cantonal despliega operativos de control en los balnearios, con patrullaje y monitoreo mediante cámaras de video vigilancia y megafonía. Este trabajo es articulado entre la Administración municipal de Manta, la Policía Nacional, las Fuerzas Armadas y los salvavidas.