Una parodia sugerida para leer mientras se supera el desabastecimiento de agua en Manta, Montecristi y Jaramijó

David Ramírez*

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A principios de la década de los noventa, Europa vivió la ‘Guerra de los Balcanes’. Tras 11 años de cruentos enfrentamientos, el 12 de noviembre del 2001 terminó el conflicto, dejando miles de muertos y millones de desplazados de toda la península balcánica, lo que luego el Tribunal Penal Internacional juzgó las atrocidades cometidas como crímenes de lesa humanidad, reconociendo que esa conflagración fue una de las más sangrientas de la historia moderna.

Entre los condenados por crímenes contra la humanidad durante la ‘Guerra de los Balcanes’ figuró el ex presidente de los serbios de Bosnia, Radovan Karadzic; el ex presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic; y, Ratko Mladic, tristemente conocido como “el carnicero de los Balcanes”.

En estos días del 2020, en Manabí, Ecuador, parece declararse la ‘Guerra de los Bacanes’, así llamados los nuevos  líderes de la región, que se han visto enfrentados recientemente por el agudo desabastecimiento de agua potable.

Mientras en Europa la ‘Guerra de los Balcanes’ fue por disputas territoriales en medio de diferencias étnicas de muchos siglos, en Ecuador, en esta zona costera de la provincia, los alcaldes de Manta, Montecristi y Jaramijó se ven enfrentados en un conflicto por el desabastecimiento de agua, que con el paso de los días y el consiguiente agravamiento de la crisis, se ha tornado en una guerra por el liderazgo, por demostrar quién es el más ‘bacán de los bacanes’.

Bacán, según la cosmovisión de los manabitas, tiene varias connotaciones. Las más comunes: ‘el mejor, el más fuerte, el que sabe más’; y, por dilucidar quién es el ‘mero mero’ (como traducen los mexicanos nuestra versión de ser el ‘bacán de los bacanes’), se enfrascan en esa lucha los tres alcaldes: Agustín Intriago, ‘El iluminado’, de Manta;  Washington Arteaga, ‘El señor de la Montaña’, de Montecristi; y Simetrio Calderón, ‘El patrón del mar’, de Jaramijó.

No obstante, aunque los enfrentados no lo reconozcan ni los estudiosos lo citen, el ingrediente étnico, como en Europa, en esta parte de Ecuador aparece pero de forma escamoteada. Mientras un bando oculta su ancestro cholo (es decir, el uno niega ser menos cholo que el otro), el bando contrario se enorgullece de ser cholo total, o más propiamente dicho, totalmente cholo.

En el primer caso, ‘El iluminado’ prefiere identificarse como montubio, mientras ‘El patrón del mar’ reclama se reivindique su pureza de cholo y ‘El señor de la Montaña’ muestra una identidad ambivalente: ni medio cholo, ni medio montubio; en suma, un híbrido.

En fin, retomando las graves consecuencias que podrían surgir de la ‘Guerra de los Bacanes’, donde se ajusta muy bien la expresión “manabita come manabita”, al momento cada quien ‘jala’ para su lado. A saber: el alcalde de Manta ha propuesto que el acueducto de la Refinería del Pacífico pase a ser administrado por los GAD de los tres cantones, una opción viable a mediano plazo y que debe ser consensuada entre las partes y no de forma unilateral. El alcalde de Jaramijó sostiene que, ante la gravedad de lo que ocurre, los municipios deben invertir en reparar el daño en procura de una solución inmediata al desabastecimiento. El alcalde de Montecristi apuesta por el recurso de la medida judicial cautelar, para obligar a que la refinería -que está en proceso de liquidación- reanude el bombeo y se responsabilice del mantenimiento del acueducto; la cual es la menos probable de las tres opciones.

Es medio de este escenario en el que cada alcalde declara lo que le place a los medios, unos 250.000 manabitas sufren ya durante una semana por falta de agua, una carencia que bien podría generar una pandemia de imprevisibles consecuencias por el efecto de la insalubridad.

Los alcaldes parecen desconocer la Constitución de la República del Ecuador, que en su Artículo 12 establece de manera expresa: “El derecho humano al agua es fundamental e irrenunciable. El agua constituye patrimonio nacional estratégico de uso público, inalienable, imprescriptible, inembargable y esencial para la vida”.

Esto es lo realmente preocupante y lo que curiosamente menos preocupa a los actores políticos, más interesados en aparecer bien en supuestas encuestas, que asumir responsablemente las funciones de liderazgo para las que fueron elegidos.

De allí que este ensayo no es del todo descabellado cuando planteo un símil con  los muertos que produjo la ‘Guerra de los Balcanes’, con la diferencia que allá los muertos los pusieron las armas letales, y aquí, en la ‘Guerra de los Bacanes’, las víctimas serían por efectos de la imprevisión, la improvisación o falta de planificación. En conclusión, todas las taras que causa la politiquería.

* David Ramírez es un periodista que salió de Manta al exilio voluntario, hace más de 30 años, aquejado por la falta de agua.
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